domingo, marzo 25, 2018

Para que sonrías


Algún día, no sé cuándo, pero algún día, al mirar tu rostro melancólico escribiré un poema que diga todo lo que se puede sentir. Que hable de las angustias, que hable de la alegría; un poema tal que haga sentir la soledad al mundano y que haga sentir la compañía al solitario, un poema que sea una oda a la rosa y sus espinas, o un himno a la alegría o la plegaria de un moribundo; que sea el llanto del niño abandonado o la alegría de la madre en el reencuentro. Un poema que cause tanta congoja que hasta los ángeles lloren y al mismo tiempo pueda causar tanta alegría que haga que sonrías.

lunes, enero 08, 2018

El Armagedón



Y mira, que vi
Alla lejos, detrás de la montaña donde
 Se levanta inconclusa, la torre de Babel
 Una horda de seres informes descendiendo de ella
Y llega el sonido de sus gritos amenazantes
Y he aquí que bajan y corren y en su loca carrera,
Como un ejército de hormigas enajenadas, se cruzan y se atropellan
Se pisan y se destruyen y demuelen todo a su paso
Caen los árboles, las piedras se vuelven polvo,
los ríos de agua fresca se tornan en calderas y hierven
Una nube de vapor se erige desde sus aguas

Y mira que vi
Como la tierra entera se iba cubriendo por esta mancha implacable
Y la madera arde y caen las casas, ceden los pilares de los puentes
Y se abaten y mira que esto no era pavoroso, sino que un himno a la
Destrucción, una destrucción bella en su fiereza, Magnifica en su orden,
soberbia en su ejecución y no queda nada: el fierro se funde,
El concreto se vuelve arena y caen majestuosas las torres

 y he aquí que miré al cielo y vi que este se abría y anegaba
el ambiente de lujuriosa luz. Y he aquí que vi, rodeado de Luz
al Ángel descender desde un cielo amenazante, atronador
entonar en su trompeta una sinfonía solemne que llama a desolación.
y mira que  oí
Ensordecido, por el sonido de la música, 
como si millones entonaran una suplica miserable,
un pedido de piedad ante lo inevitable  y
El Ángel sonaba su trompeta inmisericorde e implacable

Y mira, que vi
cómo la devastación ya era total, la tierra entera
No era más que una enorme nube de polvo
Los volcanes enardecidos emanaban llamas retorcidas
que subían hasta el cielo, ríos de lava, 
cual serpientes enfurecidas, bajaban desde las cumbres
Y tras ellas, se derrumbaban las montañas, se evaporaban los océanos
Mientras el Ángel atronaba su música enloquecedora, se pulverizaba
La tierra misma hasta que no quedo nada, solo vapor y polvo.

Y mira que después de este caos,
como si un director de orquesta oculto bajara su
Batuta, la música ceso, volvió el Ángel al cielo y este se cerró,
 dejo de manar la luz,  se hizo un silencio angustiante y cayó la oscuridad.
 Al calor sofocante lo siguió un frio gélido,
la nada...
y yo; aterido y solo, miro y ya no veo la tierra, 
se ha disuelto la maldita
y me sonrió, y me digo ya no podrás tragarme
 porque ya no seré nunca: polvo de tu polvo.

domingo, abril 10, 2016

Despido





Aún siento el calor de tus manos
Aún no las enfría el hielo del tiempo
Y quedan perplejas las naves que llevan
Al olvido

Latigazo odioso de desprecio
Fue tu forma de apartarte de mí
Inmundo cieno hay en tu alma – me dijiste-
que me alcanza y salpica.
Vete lejos, donde tu hedor no me llegue.

Témpanos de frio se levantan entre nosotros
Montañas de indiferencia, ríos llenos de distancias
Te llevan en sus aguas y te alejan.