domingo, febrero 14, 2010

Despues de un tiempo ausente, a la siga del pan, Hoy, dia de los enamorados ¿habré estado enamorado alguna vez? me puse a pensar en ello, y luego, imperceptible, como una serpiente, callada y silenciosa, llegó la nostalgia, y con ella el pensar, y me pregunté ¿que es ese ligero sin sabor? ese malestar, que insidioso no deja de molestar.
Producto de este discurrir, les dejo esta pregunta. Piensen en ella.

¿Que me falta?

¿Qué me falta? ¿Qué es esta insatisfacción? ¿Este vacío? ¿Qué me lleva estar disconforme con la vida? Estas preguntas, se la han hecho todo el mundo y algunos en la búsqueda de las respuestas se han convertido en poetas, ya que para escribir, el alma debe estar atormentada, la congoja debe abrazarnos y en sus brazos sentirnos cada vez más pequeños, y hundirnos en el mar de la desesperanza, caer en el vacio inmenso de la vida sin sentido, y allá abajo, en el fondo del foso, en lo profundo del desengaño, en los confines donde la nostalgia deslinda con la tristeza, dejar brotar las palabras, solas, como vertientes, claras ; y, como arroyuelo, las ideas que nacen y siguen su discurrir, aguas abajo, serpenteando entre las rocas del desconsuelo.

¿No fue esa la vida de Poe, de Rimbaud, de Baudelaire? todos los poetas malditos. De aquellos que ya perdidos en la vorágine de la vida sin encontrar un sentido al vivir, extraviado el camino de salida sucumbieron a los alucinógenos que hacen que el individuo escape de su realidad. ¡Qué paradoja!, se puede escapar de la realidad, mas no de su circunstancia; y esta ¡la muy canalla¡ es al fin, más fuerte que aquella.

Lo que lleva al hombre a la genialidad o la locura son sus circunstancias, estas lo llevan, ya no dueño de sus destino, a transitar el paramo de la incomprensión y ya completamente incomprendido lo destierran al desierto de la marginalidad o, puede que lo eleven al podio de la fama.

Pero, el destino paga en la muerte lo que en vida negó, y en general, se reconoce el genio cuando ya, y ahora para siempre ha abandonado este mundo. Mundo que, por otra parte, nunca fue de su agrado, y del cual solo se desea escapar. Si supiéramos que hay un mundo mejor, un mundo más feliz, estaríamos dispuestos a dar el salto para salirnos de este y llegar aquel. Y si aquel fuera más feliz, nos aburriría su felicidad, porque hambrientos de sensaciones, eternamente insatisfechos, buscaríamos en otro lado lo que en el fondo de nuestra alma nos falta. El problema es que no sabemos que nos falta, esa ausencia de algo inefable, indescriptible, que roe nuestra mente, horada nuestra razón y nos lleva a la locura. ¿que es? se preguntaba Shopenahuer, esta continua insatisfacción. Y valla que tiene razón en su respuesta, sino , ¿por qué el moribundo antes de morir pierde la voluntad de vivir y se entrega, ya resignado en las manos de la muerte? Por eso, aunque renaciéramos, seguiríamos con este desagrado.

Por lo anterior, el genio es un hombre que ha perdido la voluntad de vivir, ha renunciado a ser entendido, se ha alejado de este mundo, ha abandonado su casa, ha roto sus lazos, y ya sin sustento solo anhela dar respuesta a su interrogante:¿Qué me falta? Y esa falta debe entenderse como ausencia de algo espiritual, no material, porque el hombre rico, ahíto de bienes, o el pobre, acicateado por el hambre, también se hacen la misma interrogante, solo que no hurgan tan intensamente en su alma, para no tener que enfrentar la incomodidad de las respuestas.

Esta pregunta, que todos los hombres nos la hacemos, es la que sin encontrar respuesta, (nadie la tiene) nos lleva al desconsuelo, al descontento, a la desdicha, afortunadamente, yo soy solo un hombre común y corriente, y a veces, sólo a veces me hago esta pregunta, y justo cuando comienzo sentirme disconforme con lo que tengo y lo que soy, cuando comienzo a caer en el desconsuelo, cuando dejo de encontrar sentido a mi gris existencia, cuando me dejo llevar en alas de la desesperanza, dejo de pensar en ella, y sigo vivo, sin romper mis ataduras, sin abandonar mi casa, aferrado a la vida, porque sé que cuando deje de asirme a ella, habré de claudicar, y como no tengo la genialidad de aquellos que sucumbieron jóvenes, no vale la pena pensar profundo, porque ¿Para qué atraer la desdicha?¿ porqué no conformarnos con lo que somos?, eso: un hombre común y corriente.