Algún día, no sé cuándo, pero algún día, al mirar tu rostro melancólico
escribiré un poema que diga todo lo que se puede sentir. Que hable de las angustias,
que hable de la alegría; un poema tal que haga sentir la soledad al mundano y
que haga sentir la compañía al solitario, un poema que sea una oda a la rosa y
sus espinas, o un himno a la alegría o la plegaria de un moribundo; que sea el
llanto del niño abandonado o la alegría de la madre en el reencuentro. Un poema
que cause tanta congoja que hasta los ángeles lloren y al mismo tiempo pueda causar
tanta alegría que haga que sonrías.