miércoles, noviembre 22, 2006

Sobre la teoría del chorreo

Los economistas, hablo de los chilenos. intentan convencernos de que la teoría del chorreo es un axioma. Nos dicen que tengamos paciencia, que el país crece y que a medida que este crecimiento sea mayor, mayor serán los beneficios para "el pueblo". Según ellos, cuando los empresarios ganen suficiente dinero, estos comenzaran a distribuirlo entre los trabajadores, osea, se producirá el anhelado chorreo.

Todo bien, pero ¿cuanto es suficiente para un empresario? esta más que demostrado que a medida de que un hombre adquiere mas bienes, tiene también nuevas necesidades. en una espiral que se alimenta a si misma: más dinero más necesidades.

El maridaje riqueza-necesidad parte por adquirir un bien y luego hay que conservar este bien. Se compra una casa y hay nuevas necesidades: la pintura, el césped, el agua, la electricidad, en fin la lista puede ser interminable, luego, hay que llenar la casa: los muebles, el televisor, las flores etc. Cuando la casa queda chica para todas las cosas que se tienen se compra una de mayor tamaño. Cuando se adquiere un automóvil y si se tiene suficiente dinero, se comprará otro para la señora o tal vez uno mas lujoso. y así hasta el infinito.

Por ello es difícil que la teoría del chorreo sea verdadera, más aun si se considera que la actitud humana predominante es al acaparamiento y no al desprendimiento. las madres Teresa son la excepción, y la regla general son los Mc patos. No digo que esto sea bueno o malo: simplemente es así.

En fin, sin ser economista, planteo que la teoría del chorreo esta equivocada: el chorreo no se producirá, dado que el bolsillos de los hombres, ya sean estos ricos o pobres, no tiene fondo.

miércoles, noviembre 01, 2006

El fin del paraíso



Imagine usted que vive en el paraíso. Alguien se encarga de alimentarlo, por lo que usted nunca pasa hambre; no le falta el agua, por lo que nunca pasa sed; la temperatura es la ideal para que usted esté cómodo. Usted no vive solo. Está acompañado por miles de individuos iguales a usted e igualmente felices. Usted tiene un grupo de allegados, los más cercanos, con ellos usted hace su vida. Porque este paraíso es tan vasto que nunca conocerá en su vida a todos los demás.
En este paraíso, la luz se apaga y se enciende justo cuando usted siente hambre. El alimento es sabroso a su paladar y adecuado para sus necesidades energéticas y está siempre disponible y proviene de un maná que parece inagotable; solo tiene que caminar para encontrarlo y no caminar mucho, de este modo usted nunca se cansa. No sabe lo que es correr porque nunca tuvo que hacerlo. No sabe lo que es la sed, ya que el agua, al igual que el alimento están a la mano. Desde una fuente inagotable.
Pues bien, este paraíso existe, yo lo he visto, he visto a individuos felices, gordos y bien alimentados. Y he vistos el fin del paraíso. El cataclismo.
He visto como algunos son abruptamente sacados de este paraíso, arrancados de su hogar. Llevado lejos. He visto el miedo de algunos en los ojos. He visto el temblor de sus piernas. He mirado y visto su desesperación.
Pero, volvamos a nuestra ensoñación. Está usted viviendo feliz cuando una noche desde alguna parte le llega un rumor. Todos se desasosiegan, los dormidos se despiertan, de pronto todos corren. Son los demás que huyen. Lo pasan a llevar, lo atropellan, lo pisan. Usted no sabe lo que pasa, también corre: porque todos corren.
Usted asiste a este espectáculo con pavor. Ve con horror como sus vecinos son levantado y metidos en una jaulas. Todos gritan; el ruido es ensordecedor. De pronto, después de unos minutos (todo es muy rápido) el ruido cesa; todo esta quieto otra vez, como un sobreviviente después de la tormenta, usted mira desolado el panorama. Todos se han ido.
Su mundo ya no es el mismo, todos los que vivían con usted ahora ya no están. Usted está solo, ahora no hay alimento. El manantial de donde manaba el agua ahora esta muy alto, como si una mano misteriosa la hubiera levantado. La fuente de alimento ahora ya no está a su alcance. Alguien, no sabe quien, la ha movido. Por primera vez usted siente frío. Deambula de un lado para otro, logra ver a alguno de los suyos que al igual que usted camina atontado, mas allá ve alguno que agoniza. Más allá se tropieza con algún cadáver.
Luego, cuando ya han pasados las horas, después de de sentir esta tremenda desolación, después de vagar sin sentido, cuando la sed le atenaza y el hambre orada sus entrañas; cuando el frío cala sus huesos; cuando harto de deambular de un lado a otro, usted se rinde al cansancio y cierra los ojos. Sueña con su mundo destruido, con sus amigos que no están. Quiere sentir el calor de su hogar, beber de la fuente acostumbrada comer de su maná; entonces, siente un escalofrío y su cuerpo tiembla; ya no puede controlarse. Usted sabe que va a morir.
Como le decía, yo he visto este cataclismo. No es la guerra, no es un huracán o un terremoto, esto ocurre cada 47 días; cuando, como una tromba, llega por las noches la cuadrilla de pilladoras en un criadero de pollos.