sábado, enero 06, 2007

La gitana


Confieso que no voy muy seguido a la playa, ni soy aficionado a pasear; pero, ese día estaba decidido a dedicarlo al ocio y a la contemplación; el día era claro, el sol radiante, como día de comercial de TV. Caminaba yo tranquilamente entre la multitud, en uno de los jardines que hay aledaños a la playa; la gente deambulaba sin prisa, los niños jugueteaban en el césped y uno que otro muchacho se deslizaba peligrosamente por mi lado montado en sus inestables patines.

Iba mirando la arena del sendero; cuando, de improviso, se me acerca una gitana. Era una gitana ya madura, de facciones delgadas; pero, con enormes senos y panza típica de las de su raza. Su largo vestido de color café arrastraba en el suelo, sus pies estaban calzados con sandalias de cuero, su sonrisa denotaba una mal cuidada dentadura.

- Quitando te da- Pareció decir

Y, rápidamente, tiro de mi cartera , la que colgaba en mi hombro derecho. Sorprendido y atónito, tardé unos segundos en comprender lo que estaba pasando. Ella impávida , pareció sonreírme; yo inmóvil sin atinar a reaccionar. Una serie de ideas se me vinieron a la cabeza: desde empujarla, darle un puntapié o tirar de mi cartera con fuerza. Mientras elucubraba, ella con dedos hábiles, corrió el cierre de la cartera e introdujo su mano dentro de esta; sacando, triunfante, una billete de cinco mil pesos.

-Quitando te da- volvió a repetir.

En mi confusión, intenté quitarle el billete, pero ella levantó su mano, y lo soltó hacia atrás, como una novia que lanza el ramo en un casamiento. De un salto, otra gitana delgada y ágil como una gacela tomo el billete y salió huyendo. La gitana tetuda se alejó sin inmutarse y se perdió entre la gente.

Yo me quedé parado, incapaz de reaccionar, avergonzado y enojado conmigo mismo más que con las gitanas. Durante toda la maniobra no sentí miedo, sino que la indecisión me paralizó. Me dije a mi mismo que esto es la historia de mi vida. Nunca valoré lo suficiente mis cosas como para pelear por ellas y nunca tuve el valor de reaccionar con energía y golpear a alguien

Aceptado el hecho de perder cinco mil pesos, me dije que no valía la pena armar escandalo por tan poco dinero por lo que no quise reclamar al carabinero que se encontraba una veintena de paso mas allá. Indignado con mi falta de carácter me alejé lentamente.