domingo, marzo 16, 2008

Un Hombre y Una Mujer



El hombre estaba cansado, fatigado por sus largas jornadas, y miró al cielo y pidió descanso.La mujer estaba sola, desamparada como una paloma perdida, y miró al cielo y pidió compañía.


Y en el cielo dijeron: Este hombre trabaja demasiado, démosle descanso.Y otros dijeron: esta mujer está muy sola, démosle compañía.


Entonces Dios dijo: Por Un día y sólo un día; Demos al hombre una mujer que lo haga descansar y demos a la mujer un hombre que la haga sentir protegida.


Y en el cielo todos asintieron complacidos.


Y una mañana, de un claro diciembre, el hombre y la mujer cruzaron su camino, y Dios les dio un día soleado y mar en calma. Y ordenó al Amor que les arrullara. Y el hombre, a orillas del mar, descansó en los brazos de la mujer y la mujer acurrucada en los brazos del hombre por fin se sintió protegida y dejó de estar sola. Y al medio día el hombre y la mujer estaban felices.


Y en el cielo todos se regocijaron.


En la tarde, cuando el día comenzó a morir. Y el sol tiño de rojo, de naranja y de amarillo las aguas del mar. El hombre soltó de sus brazos a la mujer y ella soltó su mano de la del hombre.Y el hombre se miró en los claros ojos de la mujer y dio las gracias. Y la mujer se reflejó en la mirada del hombre y agradeció. Y, ante la inevitable separación, ambos quisieron permanecer juntos…


Pero, el amo del tiempo apuró su reloj. Y cuando la noche llegó, el hombre y la mujer, sintiendo una enorme desazón, mirando hacia atrás; se alejaron, y cuando las estrellas temblorosas poblaron con su tristeza el negro cielo, vieron que el hombre y la mujer lloraron.


Y entonces en el cielo todos guardaron silencio

viernes, marzo 14, 2008

Un Amor Por Internet


Paola Urquiza; mujer ya mayor y con dos hijos a cuestas, un matrimonio en ruinas y una vida de soledad, adquirió la extraña costumbre de visitar las salas de charlas que existen en la Internet, e hizo de esta costumbre un hábito, casi un vicio; se levantaba y al despertar revisaba su correo y su Messenger y se quedaba a la espera de que cualquiera de sus numerosos contactos le hiciera un guiño invitándola a una charla. Y así; mientras cocinaba, o hacía el aseo, estaba pendiente del llamado de su PC.

Una noche, en que ninguno de sus conocidos le llamo, y sintiéndose más sola que de costumbre, entró a una sala de charla de las tantas que ella visitaba y de pronto alguien le llamo la atención. Ella ya conocía los distintos especimenes que pululan por la red y evitaba a los groseros o demasiado atrevidos, pero, este desconocido escribía de otro modo, un poco mas pulcro, de frases más cuidadas, a ella, eso le pareció muy extraño y despertó su curiosidad, por eso, cuando en su pantalla le preguntaron, ¿Cómo se verá el sol filtrado por tu pelo? Se estremeció de emoción.

Y después, en el transcurso de la charla ella creyó que por fin alguien se había fijado en ella, y su mente tejió fantasías, y sin darse cuenta, al transcurso de la parrafada, horas después, las fantasías se transformaron en ilusiones. Por eso, antes de cerrar la ventana de charla le dio su E-mail al desconocido, con la secreta esperanza de volver a encontrarlo.

Días después, y cuando ya había olvidado la tertulia, inesperadamente, el desconocido volvió a aparecerse, y le extraño el alegrase de ese reencuentro Y siguieron charlando, por varios días, hasta que en un arranque de osadía ella le propuso una cita para conocerse y él aceptó.

Mientras se dirigía a su cita, Paola pensaba que ese encuentro seria como ella tendía a decir “una ralla en el agua”, un encuentro que no dejaría huella, que sería olvidable, como muchos que ya a sus años había tenido.

Al llegar vio que la esperaba un hombre diferente a lo que se había imaginado, y no se acercaba al estereotipo de amante forjado en sus fantasías, pero, cuando este se acercó y le habló, le pareció que conocía a ese hombre de toda la vida, por lo que lo saludó como se saluda a quien hace tiempo no se ve, y se sintió confiada, segura, tranquila… Raúl era un hombre de cincuenta años, algo calvo y con una pequeña barriga que denotaba su buen pasar, alegre, conversador, atento, con dinero y... casado; ella, aficionada a la música, pensó que este era, como dice la canción, el hombre perfecto.

Por eso, En diciembre, cuando el sol quema con mayor intensidad las arenas de la playa y se refleja en el enorme espejo de agua salada y el día es una vorágine de luz, agua y color, ella conoció el amor. Si, a sus cuarenta y siete años vino a conocer ese extraño sentimiento. Por supuesto no lo supo de inmediato, sino hasta pasado varios días y tras recordar y analizar, varias veces, lo sucedido aquel día.

Se volvieron a encontrar en varias ocasiones, hasta que, por imposibilidad de él, dejaron de verse.

Ella sintiéndose extrañamente sola, anhelaba volver a vivir aquel corto periodo de tiempo que duró la relación con este desconocido, y ¡valla que era desconocido!, ya que ella ni siquiera preguntó su nombre. Solo se quedó con un escueto Raúl.

Pero, Raúl ya no venia, solo le hablaba por la red, y cada noche, ella leía sus ardientes palabras, sus mentirosas promesas, y así. Pasó el tiempo, a cada tanto, el aparecía en su Messenger y ella se alegraba; y cuando charlaban, ella: reía, lloraba, se enojaba y soñaba. Ella nunca sabría si Raúl la amaba o le mentía, pero, sus dulces palabras eran un bálsamo para su alma; él le escribía: “Eres mi rinconcito del paraíso”, “Mi pedazo de cielo”, “Mi Calma, mi remanso” y ella emocionada, lloraba; en otras ocasiones el le enviaba canciones y al escucharlas, ella se enternecía y se sentía aun mas enamorada.

De a poco fue cayendo en la cuenta que lo amaba, al punto de anhelar y soñar con vehemencia los momentos ya vividos. Pero, como dije, Raúl no venia y ya ni siquiera le escribía a su correo. Paola, atrapada en un matrimonio sin futuro, con hijos que no la consideraban, y como varias veces lo dijo: “de remate con un amor imposible” lentamente, fue cayendo en una depresión, sentía que no la valoraban, que la abandonaban y su único consuelo eran las escasas horas que charlaba con Raúl y ahora, al alejarse éste, ya ni siquiera tenía ese conforte.

Meses estuvo en esta condición, deprimida, abatida y sin esperanza, y cuando ya estaba apunto del derrumbe, en un arranque de lucidez, decidió hacer caso a su desconocido amante y buscó trabajo. Esto la salvó, ya que ocupada como estaba en otros menesteres, ya dejó de derivar en Internet y el tiempo, con su paso implacable, tiño de olvido la figura de su amante y, quedamente, su recuerdo dejó de dolerle hasta el punto de recordarle con nostalgia, ya sin pena, y sin dolor. Y ahora la vemos, ya olvidada de ese triste momento, (sin embargo, ella siempre piensa que fue unos de los pasajes mas felices de su vida) con nuevos bríos, embarcada en nuevos planes, comenzando una nueva vida.

Siempre recuerda ese amor y a veces, solo a veces, abre su Messenger con el escondido anhelo de encontrar a su Raúl.