sábado, mayo 31, 2008

La culpa es mía


Ella levantó la vista y me miró de frente: serena, sin miedo, sin culpas. Sus ojos profundos se encontraron con los míos. Yo devolví su mirada. Por un instante, pensé que me miraba como una mujer mira a su amante. Tierna, profunda... su mirada en la mía se quedó.

Unos instantes, brevísimos, duró este encanto. Sentí que por mi estómago subía una emoción que no sentía hace años. Tan olvidada estaba esa sensación que me inquieté; sentí ganas de abrazarla. Me retuve. Alcé mi copa y bebí un sorbo de vino.

Luego, coqueta e inquieta, su mirada de niña se distrajo en algún punto lejano. En ese momento contemplé su rostro, cansado por los años, pero aún hermoso.

—Somos como dos adolescentes —le dije.

El mozo, inoportuno, nos trajo el menú e interrumpió su respuesta.

Yo miré por la ventana del restaurante y guardé silencio. Me sentí empequeñecido y solo. Ella, con la perspicacia que tienen las mujeres, se percató de mi actitud y me dijo:

—Te sientes culpable.

—No —le contesté.

Habíamos quedado de acuerdo en vernos ese día. Después de varias charlas por Internet y de muchas dudas y temores, había aceptado su cita. Y aquí estaba yo, en una ciudad lejana, sintiéndome infiel después de muchos años de casado.

Ella miró la carta e hizo su pedido. Yo me entretuve leyendo la mía, tardando en decidir la merienda.

Cuando el mozo se alejó, reanudamos nuestra charla.

—¿Por qué estás aquí? —preguntó.

Yo miré dentro de mí y busqué una explicación. Luego, evitando una respuesta comprometedora, respondí:

—Quería conocerte.

Y era una verdad a medias.

¿Por qué estaba ahí? No sé. ¿La soledad, la monotonía, o tan solo constatar que ya no me queda tiempo? Tal vez la curiosidad… no sé. Me sentí como la polilla que juega alrededor de la llama, atraída por la luz que puede matarla. Y desvié la conversación hacia temas triviales… ¿o importantes?: la familia, el trabajo, los gustos personales, las ilusiones; en fin, de aquello que se habla para fingir interés.

Ella me habló de sí, de sus triunfos y de sus fracasos. Al balancear estos en la historia de su vida, noté que esta se inclinaba por los últimos. Sin embargo, no se veía triste. Estaba llena de un entusiasmo que contagiaba, una alegría de niña que exudaba un deseo de vivir y experimentar.

—¿Qué buscas? —le pregunté.

—¿Yo? —sorprendida—. El amor —me respondió.

Yo, que en mis encuentros con el amor siempre he salido con moretones, no quería volver a encontrarme con él. Por eso evitaba todo guiño que pudiera malinterpretarse. Pero ella, ya cuando habíamos terminado la merienda y después de alejarnos del restaurante, mientras caminábamos por la orilla del mar, desinhibida, se colgó de mi brazo.

Al sentir el calor de su cuerpo, recorrió mis piernas un ligero temblor, que contuve como pude.

Mientras ella hablaba, yo, absorto, miraba la playa, la arena, el agua. El día era cálido, refrescado por la brisa. Las olas, mansas, venían a morir a nuestro paso. Y me sentí ridículo, del brazo de una extraña. Pero ella estaba tan feliz, o fingía tan bien, que no dije nada y evité el gesto de apartarla de mí.

Los años me habían hecho olvidar el perfume de una mujer. Por eso me estremecí al sentir su aroma tan cerca de mí. Y cuando su cabeza quedó junto a mi hombro, la fragancia de su pelo me hizo ruborizar, y una ola de deseo me inundó el cuerpo.

Al seguir caminando, me sentía cada vez más pequeño, más falso, más desleal. Y esa lacerante falta me llenó de angustia, matando todos mis ardores. Años de matrimonio habían puesto riendas a mis sueños; la costumbre había moldeado mi carácter, encausándolo en un surco de rectitud. Y ahora, al salir de esa huella estrecha, me sentía culpable.

Me dije: para ser infiel hay que tener coraje, cierto desapego por las cosas, un ánimo de novedad y un poco de malicia... cosas de las cuales carecía. Por eso, me fui sumiendo en un mutismo que ella notó y me lo hizo ver.

Sin enojo, se plantó frente a mí y me regañó. Argumentó que la vida se vive de momentos, que ese momento no se repetiría, que la vida da y quita cosas, y que lo que la vida ofrece hay que tomarlo sin remordimientos. Porque así es la vida…

Y así, como los marinos que escuchan el canto de las sirenas, me dejé llevar por el arrullo de su voz, y lentamente me fui envalentonando, hasta el punto de convencerme de que lo que la vida da hay que tomarlo. E hice míos sus planteamientos. Dejé de sentirme culpable con el simple expediente de echarle la culpa al destino. Pensé: si este no hubiera querido que esto sucediera, yo nunca habría estado ahí.

Por eso levanté la cabeza, enderecé la espalda y le sonreí. La miré a los ojos, jugué con su pelo. Ella bajó la mirada, y supe que había vencido. Con la euforia de ese pequeño triunfo, confiado y sereno, acaricié su cara y le di un beso.

Y fue la locura.

Más tarde, al abandonar el frío cuarto del motel donde dimos rienda suelta a nuestra lujuria, taciturno y lejano, hundido en mis pensamientos, no la miré a la cara. En su rostro, antes tan hermoso, se dibujó una mueca de disgusto. Adivinando mis pensamientos, a sus labios asomó un reproche.

—Yo no te obligué a hacerlo —me dijo. Y añadió—: Somos lo suficientemente mayores para saber lo que queremos.

Algo me hacía sentir sucio. Me impulsaba a alejarme. Y lo único que deseaba era irme. De reojo, miré sus ojos, humedecidos por el desencanto. Vi en ellos todo el cansancio de una vida sin amor, y sentí pena. Alcé la mano para acariciar su rostro, pero ella hizo a un lado su cara.

—No quiero tu lástima y menos tus culpas —me dijo.

—Lo que quiero es un poco de amor. Y se ve que tú no puedes dármelo —añadió.

Tras un largo silencio, me dijo:

—No te sientas triste. La culpa es mía. Sé que eres casado, pero no puedo sentirme culpable. Sinceramente, no me arrepiento.

Y se alejó de mí.

Atontado, como un niño abandonado, me hundí en la desazón y contemplé cómo ella se marchaba y se perdía entre la gente.


jueves, mayo 22, 2008

Una teoria del universo



El universo se inició en un instante titánico llamado Big Bang, después de esa colosal explosión, ocurrida en un tiempo pretérito, los trozos producidos por la explosión salieron disparados hacia el infinito y se alejaron y se alejan de su centro original hasta que se encuentran tan distantes de ese punto que es difícil precisar donde se produjo esta hecatombe.


Eso nos dicen los físicos y astrónomos y si hemos de creer en eso (hay que considerar que las teorías cambian), la tierra, entonces, es sólo un trozo de materia, un grano de polvo a escala cósmica, una esquirla del tronco original, que salio disparada hacia el infinito. Y que se desplaza, junto a soles y estrellas hacia un punto indeterminado.


Si esta teoría es correcta, entonces todo el universo, como lo conocemos hoy, tiene una fecha de nacimiento, y cada polvo, cada gramo de materia debieran tener su génesis en un mismo evento. Pero, en el proceso de desplazarse se producen nuevos nacimientos y muertes de estrellas y de galaxias enteras. En una sucesión de muerte y renovación constante.


¿Cuanto durará el impulso que la obliga a seguir?, ¿Cuando se agotará su fuerza y se detendrá?, ¿o no se detendrá jamás? Algunos especulan que nuestra galaxia se dirige hacia un gran hoyo negro que la engullirá completa. Es casi imposible aquilatar la magnitud de esa tragedia, imaginen galaxias enteras sucumbiendo en el interior de este gigantesco hoyo, que según los científicos no es tan grande; ya que en él, la materia se comprime miles de veces. Hasta que un planeta llega a tener el tamaño de la cabeza de un alfiler.


Pienso en ello y me aterro, pero, más me interesa una pregunta, ¿Que había antes del Big bang? Los científicos, siempre curiosos, buscan ecos de esta colosal explosión y según ellos, dado que en el espacio solo existe vacío, las ondas, de cualquier tipo, que emitió tal evento, siguen viajando por siempre, ya que nada las detendrá. Pero, volvamos a nuestra pregunta. ¿Es posible que el universo estuviera contenido en una sola esfera gigantesca que al explotar dio origen a este? ¿O es posible que hubiera otras esferas , y que el universo sea como los fractales, que se reproducen hasta el infinito?


Si es así, entonces es una locura tratar de encontrar respuesta a la pregunta original, ya que esta no existe. Y el universo estaría contenido dentro de otro universo de forma similar, y este estaría contenido en otro.....el que estaría contenido en otro y así, hasta el infinito. Si es que se es capaz de comprender lo que significa infinito....

martes, mayo 06, 2008

Caída hacia la Nada


De pronto siento que la tierra me suelta, y comienzo a caer; En la titánica caída hacia el precipicio sin fondo; En mi loco pataleo, trato de asirme aun sustento inexistente, y me alejo hasta que ya ingrávido, comienzo a internarme en el vacío. De la tierra, todos caen hacia la nada, como plumas que se alejan etéreas y perezosas, El silencio es absoluto, pese a los gritos que los que despeñan emiten en su terror.

En mi caída veo que el cielo, al principio celeste, es una enorme bóveda que se torna negra. La tierra se aleja y se me hace cada vez más pequeña, hasta que esta es sólo un punto en el firmamento, ya menos que la más pequeña de las estrellas y ya no la diviso.

Ahora ya soy la nada en la nada misma, y siento la soledad sempiterna en este espacio renovado. Es tan grande la soledad que no me cabe comprenderla y esta incomprensión me salva, por lo que no enloquezco.

Perpetuamente flotando, cual astronauta abandonado, Siento que me estiro y me fundo con el espacio y ya soy el espacio mismo.

En mi ingrávido levitar, veo pasar las constelaciones, rojas, anaranjadas, azules; elípticas, caracoleadas, circulares e infinitas. Millones de estrellas pasan por mi lado, como gotas de nieve; el viento cósmico golpea mi cara, la estira y deforma; los meteoritos pasan a mi lado, como proyectiles locos, disparados hacia la nada. Las galaxias, nubosas y lejanas se acercan y se deslizan como el paisaje que desfila en la ventanilla del tren. Y sigo, más allá de la más lejana de las estrellas, al confín mismo del universo, donde el todo deslinda con la nada y se funden y confunden y ya no se distinguen y no se comprenden y son uno solo, o todo o nada, indistintos.

Y en la frontera misma de esta locura, me miro a mi mismo y me siento como un Dios enajenado, infinitamente inútil. Eternamente contemplando su creación con una incomprensión infinita de lo hecho.

Y luego, como se disipa la niebla al mediodía, me comienzo a desvanecer y desaparezco...

martes, abril 22, 2008

La esperanza

De: José María Vargas Vila

No matéis la Esperanza en el corazón del Hombre; el Hombre es un ser fundado sobre la Esperanza, que no vive sino de la Esperanza, ni tiene otra ventura sobre la Tierra que la Esperanza; La Esperanza es una fuerza más grande que la Fé, de la cual es una forma; sin la Esperanza, la Vida sería menos que un camino en la Noche: sería una Peregrinación en el Caos; no apaguéis ese divino Sol en las conciencias; ¿qué quedaría sobre el cielo de las almas?

El hombre puede resignarse a vivir sin la Ventura, pero no sin la Esperanza; ¡dejemos al Hombre la Esperanza!

Ella no alcanzará a salvarlo, pero alcanza siquiera a consolarlo; y el Consuelo es una Misericordia-ultrajante, como todas las misericordias del Destino —pero ¿a qué rebelarnos contra ellas, si no hay otras?

Solo hay una cosa que consuela de la eternidad del Dolor y es la eternidad de la Esperanza;
Los hombres, —que han creado a Dios— y creen en él, pueden hallar un refugio a su ilusión, a la sombra invisible de sus alas;
los que ya no creemos en nada, fuera del circulo de la Realidad que nos estrecha, ¿a dónde hallar un abrigo a nuestra Esperanza, en este naufragio absoluto de los dioses y de los hombres? ¿En dónde?

En el seno augusto de la Verdad; La Verdad, como la lanza de Aquiles, cura las heridas que hace; La Verdad es el alma de la Historia, y se exhala de ella como un perfume; Vivamos en la Verdad; y, digamos la Verdad;

la Verdad salva.

Eso dice Vargas Vilas, admirable escritor. Pero, ¿de qué nos salvará la verdad? Si nadie está condenado; si sólo estamos en esta vida para cumplir sus designios y nada más. Si todo esta escrito, si nuestro destino ya esta marcado ¿de que sirve la esperanza ante lo inevitable? ¿Y de que sirve la verdad frente a lo evidente?

En fin: “la esperanza, es el mañana de los que no tienen futuro”.

Otro comentario: la verdad no es el alma de la historia, ya que esta, generalmente se encuentra ausente de ella. Y es difícil encontrar la verdad en la historia. Ya que esta la escriben los vencedores y estos, han manipulado los hechos y escondido la verdad, hasta el punto de que ella se avergüenza y no se muestra.

sábado, abril 05, 2008

Acerca de la soledad


De pronto, una charla, una palabras al pasar y me queda dando vueltas una pregunta y me interrogo ¿dónde está el límite entre la soledad y la desolación? Al parecer, esta pregunta no me la hago solo yo, sino que muchas personas se la hacen y, lo extraño es concluir que existen muchas que razonan de forma similar.


Existe gente a las que les gusta la soledad en tanto esta les permite encontrase consigo mismas. Otras, atareadas y presionadas por los demás, claman por un momento de soledad. O como lo leí en un blog: de privacidad.


Sin embargo, existen personas gregarias que no soportan el hecho de estar solas; no requieren de un rincón para sí mismas ya que el contacto con otros individuos las vitaliza y ese roce constante le da un sentido a su vida. y hay otras que no requieren encontrase consigo mismas ya sea por temor a conocerse o porque se conocen tan bien que no requieren examinarse en soledad.


Sea como sea, el ser humano vive en tribus y sin lugar a dudas, el estar solo hasta el punto de aislarse de los demás no es bueno para el aislado y para el grupo que le rodea; incluso el cenobita no logra separase completamente del grupo; Por lo tanto, los individuos están condenados a vivir en sociedad.


Tengo la impresión, equivocada o no, de que las mujeres tienen mayor tendencia a sentirse solas y al hablar con ellas deduzco que ven la soledad como desamparo, sin el apoyo del grupo, y lo más extraño, es que basta el sentirse abandonada por una persona para que sientan esta orfandad.


El sentirse abandonado por cualquiera, sobre todo si ese alguien es una persona por el cual se siente afecto, trae consigo el sentimiento de pérdida, y una caída en el desamparo y el individuo se siente (como alguien me dijo) en “soledad desolada”.


A este respecto creo que la mayor de las soledades es cuando uno se abandona a si mismo y se entrega a la deriva de fuerzas que no comprende y ya no es capaz de lidiar con su destino, de ahí que la soledad no es el hecho de ser abandonado por los demás, sino el hecho subjetivo de no tener un asidero a que echar mano en el confuso devenir de los tiempos. Así, el individuo desolado es aquel que se ha perdido a si mismo en el sentido de que es incapaz de encontrar una tabla de salvación ya sea en si mismo o externa, en cambio el hombre solo, es aquel que consiente de su soledad, es capaz de surfear en las olas del cambiante mar de su destino. Es aquel que se sabe capitán de su barca y aunque no tenga claro su destino se aferra a ella y sabe que esta resistirá los golpes de las olas.

Sobre una obra de Doe

En un viejo estante de una aun más vieja librería de Buenos Aires me encontré un opúsculo titulado, “Alma espíritu y otras cosas”, editorial Buena Nueva, 1964, lo firmaba un tal Juan Doe. Y en el avión de regreso a Chile me entretuve en su lectura, la que me resultó un tanto extraño.

Postula el señor Doe que el cielo se estructura en jerarquías; nada nuevo, ya que todas las religiones postulan lo mismo. Y postula que las almas están en un perpetuo proceso de nacimiento y destrucción, y razona que la cantidad de almas es limitada y de muy lento crecimiento, de tal modo que la cantidad de almas disponible en el cielo es prácticamente constante. (Esta idea la leí también en un cuento denominado Los Vitanuls). Según Doe, las almas después de abandonar el envoltorio de carne y huesos que llamamos cuerpo vuelven al cielo donde son sometidas a un proceso de olvido y donde se le quitan los rastros que su pasada por el mundo terrenal hubiera dejado en ella. A este lento proceso de olvido se le llama des-impregnación.
De lo anterior deriva que cuando el alma no ha sido completamente des-impregnada y vuelve a ocupar otro cuerpo, este ser humano (para Doe cuerpo + alma = ser humano) tiene momentos en que le parece que ya ha visto algo, o tiene la sensación de haberlo vivido: esto es solamente reminiscencias inconcientes de su alma.

Deduce Doe, que ninguna alma ha ocupado un cuerpo sin haber pasado por este proceso de des-impregnación; de ahí que, aunque un alma se vuelva a materializar (ese es el termino usado por Doe) nunca recuerda sus pasadas existencias. Aquí me dije que de ser verdadera esta teoría, el resultado es casi idéntico a la idea de: un alma una vida; ya que la vida es un continuo aprender, y todo lo aprendido tiene sentido en tanto se recuerde, en el momento en que se olvida es como si no se hubiere vivido. Esto es valido desde un punto de vista subjetivo, ya que objetivamente si usted ha vivido un instante y no lo recuerda, esto no quita el hecho de haberlo vivido. Un ejemplo de eso es lo vivido antes de los siete años, periodo que la mayoría de las personas no recuerda y que para muchos es como si no se hubiera vivido.

No aburriré al lector con mayores detalles del opúsculo de Doe, solo diré que, basado en ello se me ocurrió una idea y escribí la historia de la escasez de almas.

Escasez de almas


En el Almacén General De Almas, el Jefe De Logística se pasea preocupado. Debido al aumento de la población, el stock de almas humanas nuevas y sin usar se encuentra en un nivel muy bajo; en el pasado, esto no había ocurrido, ya que con las continuas guerras, pestes, cataclismos y enfermedades la población no había aumentado hasta el nivel actual. Pero, ahora, debido a la creciente bonaza económica y un largo periodo de paz, la especie humana había crecido en forma casi exponencial bajando la cantidad de almas disponibles.

Si se considera que el número de almas a mantener en reserva fue casi constante durante los últimos milenios (un milenio es solo cosa de minutos en el cielo), el jefe de logística no se había preocupado de recuperar el surtido. Y eso le preocupaba, (siempre quiso dar la sensación de eficiencia y este descuido podría empañar su prestigio).

Y este descuido no era cosa menor, dado que el Departamento De Producción se demoraba varios milenios en fabricar almas nuevas. Era este un proceso lento y complejo, lo que sumado a que la fábrica de vida se encontraba atendiendo la creación de nuevos mundos en ignotos universos, y si añadimos que la mayoría de sus empleados habían sido derivados a esas tareas; la recuperación del stock de almas humanas en un corto tiempo seria algo muy difícil.

El Jefe De Logística sabia que siempre podría echar mano de las almas usadas ya que después de utilizada un alma, generalmente esta queda almacenada en un repositorio especial en la gran sección de almas usadas del almacén, en el largo proceso de des-impregnación siempre y cuando esta hubiera quedado relativamente en buen estado y no hubiera sufrido daño significativo durante su uso terrenal. De lo contrario, el alma usada es irreversiblemente desechada.

Pero, desde la sección “Nacimientos” le estaban llegando nuevas solicitudes de almas y el debía entregarlas a la brevedad si no quería entrar en conflicto con el jefe de esa sección, personaje mejor colocado que él en el complejo andamiaje jerárquico de El Cielo. Por tal motivo, y a regañadientes tomo el teléfono y decidió advertir al Gerente de Asuntos Terrenales lo que estaba sucediendo.

Era el gerente alguien curtido en toda clase de problemas, de temperamento calmo y frío y de carácter orientado a la acción por lo que decidió encarar el tema de inmediato citando a todos sus subalternos involucrados en el problema a fin de recabar información y tomar una decisión acertada.

Al mismo tiempo, sobre el puente ferroviario que cruza el río Traiguien a la entrada de la ciudad de Victoria, un hombre se lanzaba al vacío desde los 80 metros de altura del puente. Otto Tamm descendiente de madre suiza y padre alemán, decidió matarse después de considerar que su vida estaba llena de sufrimientos y que ya no valía la pena vivirla. En efecto, una serie de reveces, lo había llevado, primero, a perder a sus padres, y la mala administración de su heredad lo llevo a la ruina, hecho que causó que su mujer, de quien estaba profundamente enamorado, lo abandonara llevándose con ella a sus dos hijos. Y segundo, una larga y penosa enfermedad le roía sin piedad sus entrañas y le causaba insufrible dolor. Por tal motivo había caído en una profunda depresión; la que aumentó cuando sus amigos, (producto de su constante malhumor), uno a uno lo fueron dejando solo.
Por ello, Otto fue incubando una fría inquina contra la vida y contra Dios. Y ahora, después de largos años de sufrimiento, resentido y odiando profundamente la vida se lanzaba al vacío.

Mas allá, solo a unos cuatro kilómetros, el viejo doctor Ruiz, pediatra perpetuo del hospital de Victoria que atendía al poblado, ayudaba a dar a luz al hijo de Carmen; primeriza que, aterrada y dolorida, comenzaba con el trabajo de parto.

El Gerente, ya tenia una idea general de lo que estaba pasando y resolvió que estando este tema bajo el radio de acción de su cargo le correspondía darle solución y decidió darle un corte rápido. Prontamente desecho la alternativa de restringir la cantidad de nacimientos, aunque con ello bajaría la demanda de almas nuevas; también desechó la posibilidad de aumentar la mortalidad con lo que se dispondría de una gran cantidad de almas usadas, ya que esta solución solo la podría aplicar el nivel superior y estaba restringida su uso solo a Los Tiempos Finales. Decidió entonces trabajar en dos frentes, aumentando la producción de almas nuevas lo más velozmente posible, y haciendo uso de las almas ya utilizadas y en stock, ambas soluciones no del todo satisfactorias ya que cada una tenia sus inconvenientes; especialmente la ultima, ya que el reutilizar las almas usadas sin el necesario periodo de des-impregnación podría acarrear consecuencias impensadas, ya que si este periodo era demasiado corto el alma no se desharía de todos sus lastres traídos desde su vida terrenal.

Por eso, y ante el riesgo de que los seres humanos que estaban naciendo lo hicieran sin alma, lo que sería aun peor, y casi imposible de corregir en el futuro, decidió ordenar la disminución del periodo de des-impregnación de las almas. Y autorizó su uso con restricciones.

Ya sea que el memorando que recibió el Jefe de Logística estaba mal redactado, o este le dio una interpretacion errada, el asunto es que las almas usadas fueron reutilizadas casi sin periodo de des-impregnación.

En el preciso momento en que Otto Tamm, dio con su humanidad en el suelo y su alma abandono su cuerpo exánime, nacía el hijo de Carmen,

Otto no sabia donde estaba, las luces, la sangre, y su cuerpo (le pereció otro cuerpo). En Fin, todo a su alrededor estaba impregnado de vida. Abrió los ojos, se demoró unos instantes en reconocer el lugar. No había muerto, estaba vivo, lleno de esa vida que el odiaba y en el instante en que el presente de un alma se vuelve pasado y es olvidado, en un grito sobrehumano plasmó toda su decepción.

El grito del recién nacido asustó al viejo doctor Ruiz, el que estuvo a punto de soltar al niño, asustado y receloso creyó ver un destello de odio en la mirada del infante y cuando le auscultó la pupila pudo ver el cansancio vital de toda una vida en el fondo acuoso de esos ojos.

domingo, marzo 16, 2008

Un Hombre y Una Mujer



El hombre estaba cansado, fatigado por sus largas jornadas, y miró al cielo y pidió descanso.La mujer estaba sola, desamparada como una paloma perdida, y miró al cielo y pidió compañía.


Y en el cielo dijeron: Este hombre trabaja demasiado, démosle descanso.Y otros dijeron: esta mujer está muy sola, démosle compañía.


Entonces Dios dijo: Por Un día y sólo un día; Demos al hombre una mujer que lo haga descansar y demos a la mujer un hombre que la haga sentir protegida.


Y en el cielo todos asintieron complacidos.


Y una mañana, de un claro diciembre, el hombre y la mujer cruzaron su camino, y Dios les dio un día soleado y mar en calma. Y ordenó al Amor que les arrullara. Y el hombre, a orillas del mar, descansó en los brazos de la mujer y la mujer acurrucada en los brazos del hombre por fin se sintió protegida y dejó de estar sola. Y al medio día el hombre y la mujer estaban felices.


Y en el cielo todos se regocijaron.


En la tarde, cuando el día comenzó a morir. Y el sol tiño de rojo, de naranja y de amarillo las aguas del mar. El hombre soltó de sus brazos a la mujer y ella soltó su mano de la del hombre.Y el hombre se miró en los claros ojos de la mujer y dio las gracias. Y la mujer se reflejó en la mirada del hombre y agradeció. Y, ante la inevitable separación, ambos quisieron permanecer juntos…


Pero, el amo del tiempo apuró su reloj. Y cuando la noche llegó, el hombre y la mujer, sintiendo una enorme desazón, mirando hacia atrás; se alejaron, y cuando las estrellas temblorosas poblaron con su tristeza el negro cielo, vieron que el hombre y la mujer lloraron.


Y entonces en el cielo todos guardaron silencio

viernes, marzo 14, 2008

Un Amor Por Internet


Paola Urquiza; mujer ya mayor y con dos hijos a cuestas, un matrimonio en ruinas y una vida de soledad, adquirió la extraña costumbre de visitar las salas de charlas que existen en la Internet, e hizo de esta costumbre un hábito, casi un vicio; se levantaba y al despertar revisaba su correo y su Messenger y se quedaba a la espera de que cualquiera de sus numerosos contactos le hiciera un guiño invitándola a una charla. Y así; mientras cocinaba, o hacía el aseo, estaba pendiente del llamado de su PC.

Una noche, en que ninguno de sus conocidos le llamo, y sintiéndose más sola que de costumbre, entró a una sala de charla de las tantas que ella visitaba y de pronto alguien le llamo la atención. Ella ya conocía los distintos especimenes que pululan por la red y evitaba a los groseros o demasiado atrevidos, pero, este desconocido escribía de otro modo, un poco mas pulcro, de frases más cuidadas, a ella, eso le pareció muy extraño y despertó su curiosidad, por eso, cuando en su pantalla le preguntaron, ¿Cómo se verá el sol filtrado por tu pelo? Se estremeció de emoción.

Y después, en el transcurso de la charla ella creyó que por fin alguien se había fijado en ella, y su mente tejió fantasías, y sin darse cuenta, al transcurso de la parrafada, horas después, las fantasías se transformaron en ilusiones. Por eso, antes de cerrar la ventana de charla le dio su E-mail al desconocido, con la secreta esperanza de volver a encontrarlo.

Días después, y cuando ya había olvidado la tertulia, inesperadamente, el desconocido volvió a aparecerse, y le extraño el alegrase de ese reencuentro Y siguieron charlando, por varios días, hasta que en un arranque de osadía ella le propuso una cita para conocerse y él aceptó.

Mientras se dirigía a su cita, Paola pensaba que ese encuentro seria como ella tendía a decir “una ralla en el agua”, un encuentro que no dejaría huella, que sería olvidable, como muchos que ya a sus años había tenido.

Al llegar vio que la esperaba un hombre diferente a lo que se había imaginado, y no se acercaba al estereotipo de amante forjado en sus fantasías, pero, cuando este se acercó y le habló, le pareció que conocía a ese hombre de toda la vida, por lo que lo saludó como se saluda a quien hace tiempo no se ve, y se sintió confiada, segura, tranquila… Raúl era un hombre de cincuenta años, algo calvo y con una pequeña barriga que denotaba su buen pasar, alegre, conversador, atento, con dinero y... casado; ella, aficionada a la música, pensó que este era, como dice la canción, el hombre perfecto.

Por eso, En diciembre, cuando el sol quema con mayor intensidad las arenas de la playa y se refleja en el enorme espejo de agua salada y el día es una vorágine de luz, agua y color, ella conoció el amor. Si, a sus cuarenta y siete años vino a conocer ese extraño sentimiento. Por supuesto no lo supo de inmediato, sino hasta pasado varios días y tras recordar y analizar, varias veces, lo sucedido aquel día.

Se volvieron a encontrar en varias ocasiones, hasta que, por imposibilidad de él, dejaron de verse.

Ella sintiéndose extrañamente sola, anhelaba volver a vivir aquel corto periodo de tiempo que duró la relación con este desconocido, y ¡valla que era desconocido!, ya que ella ni siquiera preguntó su nombre. Solo se quedó con un escueto Raúl.

Pero, Raúl ya no venia, solo le hablaba por la red, y cada noche, ella leía sus ardientes palabras, sus mentirosas promesas, y así. Pasó el tiempo, a cada tanto, el aparecía en su Messenger y ella se alegraba; y cuando charlaban, ella: reía, lloraba, se enojaba y soñaba. Ella nunca sabría si Raúl la amaba o le mentía, pero, sus dulces palabras eran un bálsamo para su alma; él le escribía: “Eres mi rinconcito del paraíso”, “Mi pedazo de cielo”, “Mi Calma, mi remanso” y ella emocionada, lloraba; en otras ocasiones el le enviaba canciones y al escucharlas, ella se enternecía y se sentía aun mas enamorada.

De a poco fue cayendo en la cuenta que lo amaba, al punto de anhelar y soñar con vehemencia los momentos ya vividos. Pero, como dije, Raúl no venia y ya ni siquiera le escribía a su correo. Paola, atrapada en un matrimonio sin futuro, con hijos que no la consideraban, y como varias veces lo dijo: “de remate con un amor imposible” lentamente, fue cayendo en una depresión, sentía que no la valoraban, que la abandonaban y su único consuelo eran las escasas horas que charlaba con Raúl y ahora, al alejarse éste, ya ni siquiera tenía ese conforte.

Meses estuvo en esta condición, deprimida, abatida y sin esperanza, y cuando ya estaba apunto del derrumbe, en un arranque de lucidez, decidió hacer caso a su desconocido amante y buscó trabajo. Esto la salvó, ya que ocupada como estaba en otros menesteres, ya dejó de derivar en Internet y el tiempo, con su paso implacable, tiño de olvido la figura de su amante y, quedamente, su recuerdo dejó de dolerle hasta el punto de recordarle con nostalgia, ya sin pena, y sin dolor. Y ahora la vemos, ya olvidada de ese triste momento, (sin embargo, ella siempre piensa que fue unos de los pasajes mas felices de su vida) con nuevos bríos, embarcada en nuevos planes, comenzando una nueva vida.

Siempre recuerda ese amor y a veces, solo a veces, abre su Messenger con el escondido anhelo de encontrar a su Raúl.

lunes, febrero 18, 2008

Melodia inmortal

Mientras escucho la melodía “Enmanuelle” con Fausto Papetti al saxo, me pregunto ¿Qué es lo mágico de estas melodías? ¿Que hace que se desencadenen las emociones, se atropellen los sentimientos y se conviertan en una lagrima? Y me respondo: su simpleza. Todas tienen un tema principal y los instrumentos solo van dando una variante del mismo tema. Yo no soy experto en música y no pretendo hacer de estas disquisiciones un ensayo musical. No, nada de eso, solamente trato de entender porqué un sonido produce esa reacción. Dejaré el estudio químico de cómo un sentimiento, que es algo abstracto, se materializa en una lágrima, que es algo concreto. Para concentrarme en algo aun más abstracto o tal vez más absurdo.

Si yo fuera un compositor, si pudiera conjugar las notas, como el prestigiador juega con las palomas, trataría de componer una canción que fuera todas las canciones. Una canción tan triste que te haga sentir la urgencia de una sirena, el desamparo de un amor que se queda en la estación; la tristeza de una tarde de otoño vista a través de las hojas que caen y mueren. Y al mismo tiempo tan alegre, que te llene de euforia, como una droga, como el vino. Como la noticia sensacional que recibes y solo tú conoces. Como cuando te dicen que aquel hijo que tú amas se ha salvado y ya no morirá. Pero, al mismo tiempo, la canción debe recordarte la serenidad de una tarde de verano, lenta y calcinante, en que nada se mueve y todo reposa. Y deberá recordarte los sonidos de la noche, el ruido inquietante de los grillos, y también la soledad de una cama vacía y eternamente a tu lado, Una canción, que inflame tu pecho, te haga empuñar un arma y te vayas al frente de batalla, una canción que te haga ver el dolor de los demás, y te embarques en una cruzada por la paz, en fin, una canción tan sublime que sea todas las canciones, todas las notas, todos los sonidos, que haga brotar todos los sentimientos, todas las emociones, toda la humanidad, todo el imposible inscrito en una canción.

Y me pregunto, ¿es posible esta melodía? Y me respondo: sí. La vivimos a diario, está sonando cada día, cada segundo que pasa la escuchamos, solo que estamos inmersos en su sonido, pero, si fuéramos capaz de escapar, como el naufrago que llega a la playa y contempla desde la altura el mar que estuvo a punto de ahogarlo; Veríamos la cosa diferente, veríamos que esta melodía está presente cada día. Somos parte de ella. Está en cada cosa. En cada flor, en cada niño, en cada anciano. En cada risa, en cada llanto, en los gritos, en la furia, en el abrazo, en la puñalada, en la caricia. Está sonando, siempre presente, eterna. Está en todos nosotros, en el conjunto de nosotros, está; en fin, en la humanidad.

Si fuéramos mas allá, si nos atreviéramos a dejar nuestro yo, nuestro tú, nuestro nosotros, veríamos que esta canción solo puede ser compuesta por el que nos enseño o mejor dicho, nos dio cada nota, cada sonido, cada eco, cada ruido, en fin; si fuera un creyente diría que esta música la compone cada día Dios. Quien nos da vida, Y si no lo es, la compone la naturaleza y la entona la vida. Pero, no podrá negar que existe, está ahí, sonando, cada día, sempiterna. Y como un hombre tiene que tomar partido, creo que esta música solo es capaz de componerla el Creador de todas las cosas, el que da vida y permite que la vida se renueve a sí misma.

Más adelante, en otra ocasión, cuando sienta de nuevo esta música, cuando compare a Francis Lay y Papetti, cuando el pisco sour suelte mis ataduras, cuando la soledad se haga insoportable hasta el punto de estar a punto de dejar de escuchar la música de la vida retomare este tema y pensaré en el.

Gracias a la música: ABBA