martes, junio 24, 2008

El Aire y la teoría del chorreo


Hace ya un tiempo (en el artículo sobre la teoría del chorreo) dije que la teoría del chorreo no funcionará dado que el bolsillo de la gente es un hoyo sin fondo, a esta verdad debo agregar una más. La verdad es que esta teoría no funciona ya que los bienes son, en su mayoría limitados y tienen un costo.

Si existiera un bien ilimitado, no tendría precio. Ejemplo: el aire puro, En el pasado, el aire puro era casi ilimitado, ya que la contaminación atmosférica no existía, pero, a medida que la polución aumente, el aire puro se volverá escaso, y tendrá un valor, el que ira subiendo a medida que el aire se valla contaminando.

Podrá usted decir que es una utopía el cobrar por el aire, pero, no lo es, y es más, me atrevo a vaticinar que se cobrará por este, no en una forma directa sino indirecta y se hará en forma de un gravamen que contribuya financiar los trabajos tendientes a eliminar la polución del aire. De este modo, le cobrarán por respirar, de una forma encubierta y usted tendrá que pagarlo. ¿Qué otra alternativa le quedará?

Según la teoría del chorreo si alguien tiene suficiente aire puro usará el necesario y compartirá el resto, ¿será así? Yo creo que no, simplemente el que tenga suficiente aire tendrá la tendencia a comercializarlo, a lucrar con esto; ya muchos ven en esto un buen negocio y se están preparando para cuando el aire puro (ya que aire siempre habrá, como existe el agua salada, solo que no son aptos para el consumo) sea un bien escaso.

Y valla si será un buen negocio; porque ¿Cuánto esta dispuesto usted a pagar por respirar?

sábado, junio 14, 2008

¿El Principio del Fin?


y oí una voz como si fuera en medio de las cuatro criaturas vivientes decir: “un litro de trigo por un denario…” Revelación 6.6


Enormes filas de camiones detenidos a la vera de las carreteras en Chile. Bataholas, desordenes, paro de agricultores en Argentina. Protestas en España. Paro de camioneros en Inglaterra. ¿Debido a qué?, ¿cuál es la causa?: el precio del petróleo.

Es el comienzo del fin, los primeros tiritones de una gripe de la economía mundial, yo diría más bien de una pulmonía. Se acabaron los tiempos de la energía barata. Cada día que pasa cuesta mas producir petróleo y cada día que pasa, aumenta la demanda de este en el mundo.

Cada país reclama para si los confortes de esta sociedad de consumo que lo consume todo: millones de chinos que antes se desplazaban a pie ahora están comprando un vehiculo. Los hindúes dejan atrás sus tradicionales carros de mano y los están reemplazando por carros Mahindra.

Los países dueños del crudo saben que al aumentar la demanda aumentará el precio y será para ellos un buen negocio, pero, también saben que después de esto está la hecatombe, conocido es el dicho árabe que dice: “Mi padre montaba un camello. Yo manejo un automóvil. Mi hijo vuela un jet privado..... Mi nieto montará un camello.” Y así será.

Es aterrador el panorama que enfrentarán nuestros hijos y nietos. Imaginen un poco: sube el petróleo, sube la parafina y sube el gas. Si la parafina y el gas sube, todos los que se calefaccionan con éstos buscarán una fuente energética alternativa más barata. En este caso, la leña. Cuando aumente la demanda de leña aumentará la deforestación con un impacto ambiental catastrófico. Basta con mirar lo que ocurre en el sur de Chile.

Si a esto sumamos la estupidez que es el sembrar para hacer biocombustible con el consiguiente aumento de los precios en los alimentos básicos, como el maíz y el arroz, los que ahora serán destinados a este efecto y los que en su subida arrastrarán a los precios del trigo, el panorama es desolador. Tendremos hambre de muchos para que unos privilegiados puedan desplazarse en automóvil.

El problema está, no solo en que nadie quiere bajarse del automóvil, sino que estamos en una espiral inflacionaria que se impulsa a si misma, mayores precios del crudo, mayores costos del transporte, mayor coste de la electricidad, mayores costos de producción bienes y de alimentos, mayores precios de los alimentos, mayor cantidad de pobres. Más problemas sociales, más desordenes… más hambre.

Y eso es lo triste, cuando se creía que la tierra era capaz de albergar una población el doble de la actual se comprueba que no será así, sino que en 100 años más, la población deberá reducirse a la mitad. O aun peor, a un tres por ciento de la población actual (unos doscientos millones de personas) pero, esto no es mas que cifras, lo catastrófico será la forma en que se llegará a esa cifra. Para ello solo existen dos formas. La civilizada que es dejar de reproducirse o a la antigua: guerra, hambre, muerte.

Así es que, a menos que los gobiernos hagan milagros y conviertan el agua salada en petróleo, este continuará caro, y no bajará aunque todos los camioneros del mundo protesten, a menos, claro está, que dejen de usar los camiones, en tal caso, ¿Cómo llegan los alimentos a quienes los necesitan?

¿Las bestias salvajes habrán soltado los jinetes del Apocalipsis?

miércoles, junio 04, 2008

Cumpleaños

Hoy noté el paso de los años, y me sentí inútilmente solo. Sin ideas, contemplando la lluvia a través del cristal. Y me acuerdo de mi madre. ¿Que sueños habrá tejido cuando nací? ¿Cuantas decepciones? ¿Cuanto llanto, cuantos malos ratos, cuanta pena? Ahora ella ya esta muerta y se fue con ella mi única admiradora, ella era mi publico incondicional.


Mientras veo la lluvia caer, pienso que empiezo a vivir en la bajada de la curva de la vida, estoy en la etapa en que los recuerdos son más que las ilusiones, y en la que la vida comienza a quitar más y dar menos. A esta etapa le llaman La plenitud, ¿Cuando se está más pleno de vida sino en la juventud?

¡Cuan lejano están los días lánguidos de la adolescencia, cuando el reloj parecía detenerse solo para mi¡ ¿y mi juventud? ¿Dónde se quedó? ¿Los sueños que forje en que oscura noche se perdieron? ¿Qué viento tumbó los castillos que construí en el aire? ¿Y mi inocencia, en que zarzal del camino se enredó? ¿Y mis amigos, donde se fueron? ¿En que perdido rincón olvide mis ilusiones? ¿Qué brisa apagó la llama del amor?


¡Cómo pasa el tiempo¡ y su pasar nos acerca cada vez mas al temido final, como la calle que se acaba, como río que se acerca al mar donde se perderá, como el tren que se acerca a la última estación; así, la vida tiene su conclusión.


Un año más, ¿o un año menos? Al igual que el filósofo, pienso que la vida que viví, así como el dinero que gasté, ya no los tengo. ¿Qué me queda? Recuerdos dispersos, erráticos: una pizca de alegría, un pedazo de tarde en los brazos de una amante, una mirada grabada en mi retina, un apretón de manos de alguien que se aleja. No importa lo que quedó, sino lo que tengo. Y ¿que tengo? Tengo el amor por la vida, que me impulsa a vivirla, sueños que me llaman para buscarlos. Planes; tengo la certeza de ser amado por Dios. Tengo, el amor de mis hijos, la comprensión de mi mujer, gente que, en algún lugar me aprecia, tengo en fin, el resto de vida que me queda por vivir.


Abandonemos, entonces, esta congoja y sigamos, como el marino al timón, cara al viento, y que esta barca en la que navegamos surque el mar de la vida por largos años.


Y obedeciendo con resignación el consejo de los años, doy, por tanto, gracias a la vida Y brindo por lo que fui, lo que soy y lo que seré.

Y como dijo el poeta: Vida nada me debes, vida estamos en paz

sábado, mayo 31, 2008

La culpa es mía


Ella levantó la vista y me miró de frente: serena, sin miedo, sin culpas. Sus ojos profundos se encontraron con los míos. Yo devolví su mirada. Por un instante, pensé que me miraba como una mujer mira a su amante. Tierna, profunda... su mirada en la mía se quedó.

Unos instantes, brevísimos, duró este encanto. Sentí que por mi estómago subía una emoción que no sentía hace años. Tan olvidada estaba esa sensación que me inquieté; sentí ganas de abrazarla. Me retuve. Alcé mi copa y bebí un sorbo de vino.

Luego, coqueta e inquieta, su mirada de niña se distrajo en algún punto lejano. En ese momento contemplé su rostro, cansado por los años, pero aún hermoso.

—Somos como dos adolescentes —le dije.

El mozo, inoportuno, nos trajo el menú e interrumpió su respuesta.

Yo miré por la ventana del restaurante y guardé silencio. Me sentí empequeñecido y solo. Ella, con la perspicacia que tienen las mujeres, se percató de mi actitud y me dijo:

—Te sientes culpable.

—No —le contesté.

Habíamos quedado de acuerdo en vernos ese día. Después de varias charlas por Internet y de muchas dudas y temores, había aceptado su cita. Y aquí estaba yo, en una ciudad lejana, sintiéndome infiel después de muchos años de casado.

Ella miró la carta e hizo su pedido. Yo me entretuve leyendo la mía, tardando en decidir la merienda.

Cuando el mozo se alejó, reanudamos nuestra charla.

—¿Por qué estás aquí? —preguntó.

Yo miré dentro de mí y busqué una explicación. Luego, evitando una respuesta comprometedora, respondí:

—Quería conocerte.

Y era una verdad a medias.

¿Por qué estaba ahí? No sé. ¿La soledad, la monotonía, o tan solo constatar que ya no me queda tiempo? Tal vez la curiosidad… no sé. Me sentí como la polilla que juega alrededor de la llama, atraída por la luz que puede matarla. Y desvié la conversación hacia temas triviales… ¿o importantes?: la familia, el trabajo, los gustos personales, las ilusiones; en fin, de aquello que se habla para fingir interés.

Ella me habló de sí, de sus triunfos y de sus fracasos. Al balancear estos en la historia de su vida, noté que esta se inclinaba por los últimos. Sin embargo, no se veía triste. Estaba llena de un entusiasmo que contagiaba, una alegría de niña que exudaba un deseo de vivir y experimentar.

—¿Qué buscas? —le pregunté.

—¿Yo? —sorprendida—. El amor —me respondió.

Yo, que en mis encuentros con el amor siempre he salido con moretones, no quería volver a encontrarme con él. Por eso evitaba todo guiño que pudiera malinterpretarse. Pero ella, ya cuando habíamos terminado la merienda y después de alejarnos del restaurante, mientras caminábamos por la orilla del mar, desinhibida, se colgó de mi brazo.

Al sentir el calor de su cuerpo, recorrió mis piernas un ligero temblor, que contuve como pude.

Mientras ella hablaba, yo, absorto, miraba la playa, la arena, el agua. El día era cálido, refrescado por la brisa. Las olas, mansas, venían a morir a nuestro paso. Y me sentí ridículo, del brazo de una extraña. Pero ella estaba tan feliz, o fingía tan bien, que no dije nada y evité el gesto de apartarla de mí.

Los años me habían hecho olvidar el perfume de una mujer. Por eso me estremecí al sentir su aroma tan cerca de mí. Y cuando su cabeza quedó junto a mi hombro, la fragancia de su pelo me hizo ruborizar, y una ola de deseo me inundó el cuerpo.

Al seguir caminando, me sentía cada vez más pequeño, más falso, más desleal. Y esa lacerante falta me llenó de angustia, matando todos mis ardores. Años de matrimonio habían puesto riendas a mis sueños; la costumbre había moldeado mi carácter, encausándolo en un surco de rectitud. Y ahora, al salir de esa huella estrecha, me sentía culpable.

Me dije: para ser infiel hay que tener coraje, cierto desapego por las cosas, un ánimo de novedad y un poco de malicia... cosas de las cuales carecía. Por eso, me fui sumiendo en un mutismo que ella notó y me lo hizo ver.

Sin enojo, se plantó frente a mí y me regañó. Argumentó que la vida se vive de momentos, que ese momento no se repetiría, que la vida da y quita cosas, y que lo que la vida ofrece hay que tomarlo sin remordimientos. Porque así es la vida…

Y así, como los marinos que escuchan el canto de las sirenas, me dejé llevar por el arrullo de su voz, y lentamente me fui envalentonando, hasta el punto de convencerme de que lo que la vida da hay que tomarlo. E hice míos sus planteamientos. Dejé de sentirme culpable con el simple expediente de echarle la culpa al destino. Pensé: si este no hubiera querido que esto sucediera, yo nunca habría estado ahí.

Por eso levanté la cabeza, enderecé la espalda y le sonreí. La miré a los ojos, jugué con su pelo. Ella bajó la mirada, y supe que había vencido. Con la euforia de ese pequeño triunfo, confiado y sereno, acaricié su cara y le di un beso.

Y fue la locura.

Más tarde, al abandonar el frío cuarto del motel donde dimos rienda suelta a nuestra lujuria, taciturno y lejano, hundido en mis pensamientos, no la miré a la cara. En su rostro, antes tan hermoso, se dibujó una mueca de disgusto. Adivinando mis pensamientos, a sus labios asomó un reproche.

—Yo no te obligué a hacerlo —me dijo. Y añadió—: Somos lo suficientemente mayores para saber lo que queremos.

Algo me hacía sentir sucio. Me impulsaba a alejarme. Y lo único que deseaba era irme. De reojo, miré sus ojos, humedecidos por el desencanto. Vi en ellos todo el cansancio de una vida sin amor, y sentí pena. Alcé la mano para acariciar su rostro, pero ella hizo a un lado su cara.

—No quiero tu lástima y menos tus culpas —me dijo.

—Lo que quiero es un poco de amor. Y se ve que tú no puedes dármelo —añadió.

Tras un largo silencio, me dijo:

—No te sientas triste. La culpa es mía. Sé que eres casado, pero no puedo sentirme culpable. Sinceramente, no me arrepiento.

Y se alejó de mí.

Atontado, como un niño abandonado, me hundí en la desazón y contemplé cómo ella se marchaba y se perdía entre la gente.


jueves, mayo 22, 2008

Una teoria del universo



El universo se inició en un instante titánico llamado Big Bang, después de esa colosal explosión, ocurrida en un tiempo pretérito, los trozos producidos por la explosión salieron disparados hacia el infinito y se alejaron y se alejan de su centro original hasta que se encuentran tan distantes de ese punto que es difícil precisar donde se produjo esta hecatombe.


Eso nos dicen los físicos y astrónomos y si hemos de creer en eso (hay que considerar que las teorías cambian), la tierra, entonces, es sólo un trozo de materia, un grano de polvo a escala cósmica, una esquirla del tronco original, que salio disparada hacia el infinito. Y que se desplaza, junto a soles y estrellas hacia un punto indeterminado.


Si esta teoría es correcta, entonces todo el universo, como lo conocemos hoy, tiene una fecha de nacimiento, y cada polvo, cada gramo de materia debieran tener su génesis en un mismo evento. Pero, en el proceso de desplazarse se producen nuevos nacimientos y muertes de estrellas y de galaxias enteras. En una sucesión de muerte y renovación constante.


¿Cuanto durará el impulso que la obliga a seguir?, ¿Cuando se agotará su fuerza y se detendrá?, ¿o no se detendrá jamás? Algunos especulan que nuestra galaxia se dirige hacia un gran hoyo negro que la engullirá completa. Es casi imposible aquilatar la magnitud de esa tragedia, imaginen galaxias enteras sucumbiendo en el interior de este gigantesco hoyo, que según los científicos no es tan grande; ya que en él, la materia se comprime miles de veces. Hasta que un planeta llega a tener el tamaño de la cabeza de un alfiler.


Pienso en ello y me aterro, pero, más me interesa una pregunta, ¿Que había antes del Big bang? Los científicos, siempre curiosos, buscan ecos de esta colosal explosión y según ellos, dado que en el espacio solo existe vacío, las ondas, de cualquier tipo, que emitió tal evento, siguen viajando por siempre, ya que nada las detendrá. Pero, volvamos a nuestra pregunta. ¿Es posible que el universo estuviera contenido en una sola esfera gigantesca que al explotar dio origen a este? ¿O es posible que hubiera otras esferas , y que el universo sea como los fractales, que se reproducen hasta el infinito?


Si es así, entonces es una locura tratar de encontrar respuesta a la pregunta original, ya que esta no existe. Y el universo estaría contenido dentro de otro universo de forma similar, y este estaría contenido en otro.....el que estaría contenido en otro y así, hasta el infinito. Si es que se es capaz de comprender lo que significa infinito....

martes, mayo 06, 2008

Caída hacia la Nada


De pronto siento que la tierra me suelta, y comienzo a caer; En la titánica caída hacia el precipicio sin fondo; En mi loco pataleo, trato de asirme aun sustento inexistente, y me alejo hasta que ya ingrávido, comienzo a internarme en el vacío. De la tierra, todos caen hacia la nada, como plumas que se alejan etéreas y perezosas, El silencio es absoluto, pese a los gritos que los que despeñan emiten en su terror.

En mi caída veo que el cielo, al principio celeste, es una enorme bóveda que se torna negra. La tierra se aleja y se me hace cada vez más pequeña, hasta que esta es sólo un punto en el firmamento, ya menos que la más pequeña de las estrellas y ya no la diviso.

Ahora ya soy la nada en la nada misma, y siento la soledad sempiterna en este espacio renovado. Es tan grande la soledad que no me cabe comprenderla y esta incomprensión me salva, por lo que no enloquezco.

Perpetuamente flotando, cual astronauta abandonado, Siento que me estiro y me fundo con el espacio y ya soy el espacio mismo.

En mi ingrávido levitar, veo pasar las constelaciones, rojas, anaranjadas, azules; elípticas, caracoleadas, circulares e infinitas. Millones de estrellas pasan por mi lado, como gotas de nieve; el viento cósmico golpea mi cara, la estira y deforma; los meteoritos pasan a mi lado, como proyectiles locos, disparados hacia la nada. Las galaxias, nubosas y lejanas se acercan y se deslizan como el paisaje que desfila en la ventanilla del tren. Y sigo, más allá de la más lejana de las estrellas, al confín mismo del universo, donde el todo deslinda con la nada y se funden y confunden y ya no se distinguen y no se comprenden y son uno solo, o todo o nada, indistintos.

Y en la frontera misma de esta locura, me miro a mi mismo y me siento como un Dios enajenado, infinitamente inútil. Eternamente contemplando su creación con una incomprensión infinita de lo hecho.

Y luego, como se disipa la niebla al mediodía, me comienzo a desvanecer y desaparezco...

martes, abril 22, 2008

La esperanza

De: José María Vargas Vila

No matéis la Esperanza en el corazón del Hombre; el Hombre es un ser fundado sobre la Esperanza, que no vive sino de la Esperanza, ni tiene otra ventura sobre la Tierra que la Esperanza; La Esperanza es una fuerza más grande que la Fé, de la cual es una forma; sin la Esperanza, la Vida sería menos que un camino en la Noche: sería una Peregrinación en el Caos; no apaguéis ese divino Sol en las conciencias; ¿qué quedaría sobre el cielo de las almas?

El hombre puede resignarse a vivir sin la Ventura, pero no sin la Esperanza; ¡dejemos al Hombre la Esperanza!

Ella no alcanzará a salvarlo, pero alcanza siquiera a consolarlo; y el Consuelo es una Misericordia-ultrajante, como todas las misericordias del Destino —pero ¿a qué rebelarnos contra ellas, si no hay otras?

Solo hay una cosa que consuela de la eternidad del Dolor y es la eternidad de la Esperanza;
Los hombres, —que han creado a Dios— y creen en él, pueden hallar un refugio a su ilusión, a la sombra invisible de sus alas;
los que ya no creemos en nada, fuera del circulo de la Realidad que nos estrecha, ¿a dónde hallar un abrigo a nuestra Esperanza, en este naufragio absoluto de los dioses y de los hombres? ¿En dónde?

En el seno augusto de la Verdad; La Verdad, como la lanza de Aquiles, cura las heridas que hace; La Verdad es el alma de la Historia, y se exhala de ella como un perfume; Vivamos en la Verdad; y, digamos la Verdad;

la Verdad salva.

Eso dice Vargas Vilas, admirable escritor. Pero, ¿de qué nos salvará la verdad? Si nadie está condenado; si sólo estamos en esta vida para cumplir sus designios y nada más. Si todo esta escrito, si nuestro destino ya esta marcado ¿de que sirve la esperanza ante lo inevitable? ¿Y de que sirve la verdad frente a lo evidente?

En fin: “la esperanza, es el mañana de los que no tienen futuro”.

Otro comentario: la verdad no es el alma de la historia, ya que esta, generalmente se encuentra ausente de ella. Y es difícil encontrar la verdad en la historia. Ya que esta la escriben los vencedores y estos, han manipulado los hechos y escondido la verdad, hasta el punto de que ella se avergüenza y no se muestra.

sábado, abril 05, 2008

Acerca de la soledad


De pronto, una charla, una palabras al pasar y me queda dando vueltas una pregunta y me interrogo ¿dónde está el límite entre la soledad y la desolación? Al parecer, esta pregunta no me la hago solo yo, sino que muchas personas se la hacen y, lo extraño es concluir que existen muchas que razonan de forma similar.


Existe gente a las que les gusta la soledad en tanto esta les permite encontrase consigo mismas. Otras, atareadas y presionadas por los demás, claman por un momento de soledad. O como lo leí en un blog: de privacidad.


Sin embargo, existen personas gregarias que no soportan el hecho de estar solas; no requieren de un rincón para sí mismas ya que el contacto con otros individuos las vitaliza y ese roce constante le da un sentido a su vida. y hay otras que no requieren encontrase consigo mismas ya sea por temor a conocerse o porque se conocen tan bien que no requieren examinarse en soledad.


Sea como sea, el ser humano vive en tribus y sin lugar a dudas, el estar solo hasta el punto de aislarse de los demás no es bueno para el aislado y para el grupo que le rodea; incluso el cenobita no logra separase completamente del grupo; Por lo tanto, los individuos están condenados a vivir en sociedad.


Tengo la impresión, equivocada o no, de que las mujeres tienen mayor tendencia a sentirse solas y al hablar con ellas deduzco que ven la soledad como desamparo, sin el apoyo del grupo, y lo más extraño, es que basta el sentirse abandonada por una persona para que sientan esta orfandad.


El sentirse abandonado por cualquiera, sobre todo si ese alguien es una persona por el cual se siente afecto, trae consigo el sentimiento de pérdida, y una caída en el desamparo y el individuo se siente (como alguien me dijo) en “soledad desolada”.


A este respecto creo que la mayor de las soledades es cuando uno se abandona a si mismo y se entrega a la deriva de fuerzas que no comprende y ya no es capaz de lidiar con su destino, de ahí que la soledad no es el hecho de ser abandonado por los demás, sino el hecho subjetivo de no tener un asidero a que echar mano en el confuso devenir de los tiempos. Así, el individuo desolado es aquel que se ha perdido a si mismo en el sentido de que es incapaz de encontrar una tabla de salvación ya sea en si mismo o externa, en cambio el hombre solo, es aquel que consiente de su soledad, es capaz de surfear en las olas del cambiante mar de su destino. Es aquel que se sabe capitán de su barca y aunque no tenga claro su destino se aferra a ella y sabe que esta resistirá los golpes de las olas.

Sobre una obra de Doe

En un viejo estante de una aun más vieja librería de Buenos Aires me encontré un opúsculo titulado, “Alma espíritu y otras cosas”, editorial Buena Nueva, 1964, lo firmaba un tal Juan Doe. Y en el avión de regreso a Chile me entretuve en su lectura, la que me resultó un tanto extraño.

Postula el señor Doe que el cielo se estructura en jerarquías; nada nuevo, ya que todas las religiones postulan lo mismo. Y postula que las almas están en un perpetuo proceso de nacimiento y destrucción, y razona que la cantidad de almas es limitada y de muy lento crecimiento, de tal modo que la cantidad de almas disponible en el cielo es prácticamente constante. (Esta idea la leí también en un cuento denominado Los Vitanuls). Según Doe, las almas después de abandonar el envoltorio de carne y huesos que llamamos cuerpo vuelven al cielo donde son sometidas a un proceso de olvido y donde se le quitan los rastros que su pasada por el mundo terrenal hubiera dejado en ella. A este lento proceso de olvido se le llama des-impregnación.
De lo anterior deriva que cuando el alma no ha sido completamente des-impregnada y vuelve a ocupar otro cuerpo, este ser humano (para Doe cuerpo + alma = ser humano) tiene momentos en que le parece que ya ha visto algo, o tiene la sensación de haberlo vivido: esto es solamente reminiscencias inconcientes de su alma.

Deduce Doe, que ninguna alma ha ocupado un cuerpo sin haber pasado por este proceso de des-impregnación; de ahí que, aunque un alma se vuelva a materializar (ese es el termino usado por Doe) nunca recuerda sus pasadas existencias. Aquí me dije que de ser verdadera esta teoría, el resultado es casi idéntico a la idea de: un alma una vida; ya que la vida es un continuo aprender, y todo lo aprendido tiene sentido en tanto se recuerde, en el momento en que se olvida es como si no se hubiere vivido. Esto es valido desde un punto de vista subjetivo, ya que objetivamente si usted ha vivido un instante y no lo recuerda, esto no quita el hecho de haberlo vivido. Un ejemplo de eso es lo vivido antes de los siete años, periodo que la mayoría de las personas no recuerda y que para muchos es como si no se hubiera vivido.

No aburriré al lector con mayores detalles del opúsculo de Doe, solo diré que, basado en ello se me ocurrió una idea y escribí la historia de la escasez de almas.

Escasez de almas


En el Almacén General De Almas, el Jefe De Logística se pasea preocupado. Debido al aumento de la población, el stock de almas humanas nuevas y sin usar se encuentra en un nivel muy bajo; en el pasado, esto no había ocurrido, ya que con las continuas guerras, pestes, cataclismos y enfermedades la población no había aumentado hasta el nivel actual. Pero, ahora, debido a la creciente bonaza económica y un largo periodo de paz, la especie humana había crecido en forma casi exponencial bajando la cantidad de almas disponibles.

Si se considera que el número de almas a mantener en reserva fue casi constante durante los últimos milenios (un milenio es solo cosa de minutos en el cielo), el jefe de logística no se había preocupado de recuperar el surtido. Y eso le preocupaba, (siempre quiso dar la sensación de eficiencia y este descuido podría empañar su prestigio).

Y este descuido no era cosa menor, dado que el Departamento De Producción se demoraba varios milenios en fabricar almas nuevas. Era este un proceso lento y complejo, lo que sumado a que la fábrica de vida se encontraba atendiendo la creación de nuevos mundos en ignotos universos, y si añadimos que la mayoría de sus empleados habían sido derivados a esas tareas; la recuperación del stock de almas humanas en un corto tiempo seria algo muy difícil.

El Jefe De Logística sabia que siempre podría echar mano de las almas usadas ya que después de utilizada un alma, generalmente esta queda almacenada en un repositorio especial en la gran sección de almas usadas del almacén, en el largo proceso de des-impregnación siempre y cuando esta hubiera quedado relativamente en buen estado y no hubiera sufrido daño significativo durante su uso terrenal. De lo contrario, el alma usada es irreversiblemente desechada.

Pero, desde la sección “Nacimientos” le estaban llegando nuevas solicitudes de almas y el debía entregarlas a la brevedad si no quería entrar en conflicto con el jefe de esa sección, personaje mejor colocado que él en el complejo andamiaje jerárquico de El Cielo. Por tal motivo, y a regañadientes tomo el teléfono y decidió advertir al Gerente de Asuntos Terrenales lo que estaba sucediendo.

Era el gerente alguien curtido en toda clase de problemas, de temperamento calmo y frío y de carácter orientado a la acción por lo que decidió encarar el tema de inmediato citando a todos sus subalternos involucrados en el problema a fin de recabar información y tomar una decisión acertada.

Al mismo tiempo, sobre el puente ferroviario que cruza el río Traiguien a la entrada de la ciudad de Victoria, un hombre se lanzaba al vacío desde los 80 metros de altura del puente. Otto Tamm descendiente de madre suiza y padre alemán, decidió matarse después de considerar que su vida estaba llena de sufrimientos y que ya no valía la pena vivirla. En efecto, una serie de reveces, lo había llevado, primero, a perder a sus padres, y la mala administración de su heredad lo llevo a la ruina, hecho que causó que su mujer, de quien estaba profundamente enamorado, lo abandonara llevándose con ella a sus dos hijos. Y segundo, una larga y penosa enfermedad le roía sin piedad sus entrañas y le causaba insufrible dolor. Por tal motivo había caído en una profunda depresión; la que aumentó cuando sus amigos, (producto de su constante malhumor), uno a uno lo fueron dejando solo.
Por ello, Otto fue incubando una fría inquina contra la vida y contra Dios. Y ahora, después de largos años de sufrimiento, resentido y odiando profundamente la vida se lanzaba al vacío.

Mas allá, solo a unos cuatro kilómetros, el viejo doctor Ruiz, pediatra perpetuo del hospital de Victoria que atendía al poblado, ayudaba a dar a luz al hijo de Carmen; primeriza que, aterrada y dolorida, comenzaba con el trabajo de parto.

El Gerente, ya tenia una idea general de lo que estaba pasando y resolvió que estando este tema bajo el radio de acción de su cargo le correspondía darle solución y decidió darle un corte rápido. Prontamente desecho la alternativa de restringir la cantidad de nacimientos, aunque con ello bajaría la demanda de almas nuevas; también desechó la posibilidad de aumentar la mortalidad con lo que se dispondría de una gran cantidad de almas usadas, ya que esta solución solo la podría aplicar el nivel superior y estaba restringida su uso solo a Los Tiempos Finales. Decidió entonces trabajar en dos frentes, aumentando la producción de almas nuevas lo más velozmente posible, y haciendo uso de las almas ya utilizadas y en stock, ambas soluciones no del todo satisfactorias ya que cada una tenia sus inconvenientes; especialmente la ultima, ya que el reutilizar las almas usadas sin el necesario periodo de des-impregnación podría acarrear consecuencias impensadas, ya que si este periodo era demasiado corto el alma no se desharía de todos sus lastres traídos desde su vida terrenal.

Por eso, y ante el riesgo de que los seres humanos que estaban naciendo lo hicieran sin alma, lo que sería aun peor, y casi imposible de corregir en el futuro, decidió ordenar la disminución del periodo de des-impregnación de las almas. Y autorizó su uso con restricciones.

Ya sea que el memorando que recibió el Jefe de Logística estaba mal redactado, o este le dio una interpretacion errada, el asunto es que las almas usadas fueron reutilizadas casi sin periodo de des-impregnación.

En el preciso momento en que Otto Tamm, dio con su humanidad en el suelo y su alma abandono su cuerpo exánime, nacía el hijo de Carmen,

Otto no sabia donde estaba, las luces, la sangre, y su cuerpo (le pereció otro cuerpo). En Fin, todo a su alrededor estaba impregnado de vida. Abrió los ojos, se demoró unos instantes en reconocer el lugar. No había muerto, estaba vivo, lleno de esa vida que el odiaba y en el instante en que el presente de un alma se vuelve pasado y es olvidado, en un grito sobrehumano plasmó toda su decepción.

El grito del recién nacido asustó al viejo doctor Ruiz, el que estuvo a punto de soltar al niño, asustado y receloso creyó ver un destello de odio en la mirada del infante y cuando le auscultó la pupila pudo ver el cansancio vital de toda una vida en el fondo acuoso de esos ojos.