sábado, agosto 22, 2015

Broma pesada





Ella está enferma
Loca de amor y de dolor
Ha ido urgente al hospital
Ve a ver su estado

Lleno de angustia corro,
llego a la sala de espera
Busco con desesperación su rostro
Ojos tristes, desconocidos me miran
No veo su mirada

¿Está ella? pregunto en recepción.
Cargada de años, e indiferencia
La recepcionista teclea, y responde:
Al año pasado estuvo aquí.

Salgo, afuera llueve
Luego pienso y comprendo
Era broma, nunca fue cierto
Solo un juego, estúpida broma.

Y mientras seco mi cara
En ira  y piedad se inunda mi alma
mando al diablo al Bromista,
 me rio de mí, y me pierdo en la noche

Era broma




Perdido en un  bosque de cavilaciones,
absorto, la mirada perdida en el espejo
un rostro serio de ojos cargados de años
me mira y pregunta:

¿Cómo has estado?
Bien
¿Seguro?
Si
¿Y tu amor, ese del que hablabas?
No era amor
¿Que era?
Una broma de cupido, una flecha al aire
¡Y tenía que pegarme a mí!

domingo, diciembre 21, 2014

Fin de año



Estas fechas  me ponen melancólico, ¿o será que ya estoy depresivo? Siento el paso de los años y veo mi niñez infinitamente lejos ¿habré sido niño alguna vez o  habré sido siempre viejo? Y al volver la vista a mi interior, veo que nace y crece una angustia, un desasosiego, una opresión, y al igual que las nubes que cubren el cielo en este día de lluvia ¿Porque lloverá en navidad?  Este desaliento me  impide ver la alegría de estas fiestas y me hacen necesitar  que alguien  me abrace, como lo hacía mi madre.
Será porque es fin  de año y es hora de hacer el balance y siento que una vez más quedo al debe con la vida, siento que no es la vida la que me debe, sino que soy yo quien estoy en deuda con ella: quizá pude dar un poco más. Este año ha sido bueno, sin sobresaltos, pero, por alguna razón ha sido un año lleno de angustia, nunca he estado tan depresivo como ahora, será porque ya he aceptado que muchos de los que partieron conmigo ya se han ido, y andan por ahí lejos de mí y a otros ya no los veré nunca más.
Siento que cada año que pasa me acerca más al infinito mar de la eternidad y eso me angustia, en una desesperanza sin sentido, sin razón, ¿a qué acongojarse ante lo inevitable? ¿Por qué no acatar dócilmente el devenir?
Y de a poco, tu recuerdo me conforta, (misericordia ultrajante, dice Vargas Vilas), como todo consuelo que da la vida, y aunque no estés aquí, me alivia el saber que existes y  como cuando el sol se muestra detrás de la neblina y brilla tenuemente al medio día, así la alegría toda tímida  torna   a mí, entonces vuelvo a ser el mismo y se aleja esta inquietud.