sábado, junio 01, 2013

Vuelvo a ti







Entonces, cuando tropiezo, cuando comienzo a caer en este despeñadero de sueños, en este acantilado donde rompen las olas de la esperanza, en donde van a morir las ilusiones, en donde  ya nada, nada queda sino el pesar, la angustia desolada del vivir sin sentido, en este quemar días, en este continuo gastar vida, en este perpetuo dejar morir las horas, veo deslizarse el fantasma de las horas muertas, el silencio solo, solo sin más, en este abandono de mí mismo. En este constante envejecer, ya sin ánimo, ya sin esperanza, ya sin ilusiones.  Entonces, cuando caigo, cuando en mi desaliento manoteo, para asirme de una rama de esperanza, entonces, vuelvo a ti, vuelvo a ti, como vuelve el barco al puerto, como vuelve el día después de la noche, como vuelve el sol tras el invierno, así, vuelvo a ti.  Sin ánimo, sin sentido, sin saber para que, solo vuelvo, y vuelvo  sin preguntas, sin decir nada solo vuelvo para verte, para nutrirme de tu esperanza, de tu alegría.

Cuando estoy a tu lado, cuando al fin debiera ser feliz, cuando el sol brilla a junto a tí, cuando la brisa de la esperanza roza mi cara y mis ojos se levantan a otear  en lontananza, y contemplar cómo se acercan días luminosos, esos que traes cuando estás conmigo, es entonces que vuelvo a irme y me voy a mi destierro, me alejo de tu calor y me interno en el frio invierno de mis cavilaciones y vuelven a mí las preguntas.

 Y ya solo, sintiéndome infinitamente solo y miserable en mis contradicciones, vuelvo a sentir el cruel paso del tiempo y de los años, y me  refugio, en un quehacer extático e inútil, me parapeto detrás de esta actividad delirante que no me lleva a ninguna parte, me  siento como un átomo siempre girando en el mismo lugar, con la ilusión del movimiento, y sin embargo todo estático, todo inmóvil, en el mismo sitio, y  me niego a quedarme en el pasado y digo a la vida que siga, o que pase, que pase ya sin vivirla ya infinitamente ocupado ya totalmente abandonado a este sin sentido.     

sábado, octubre 06, 2012

LA VOLUNTAD DE DIOS Y NUESTRO DESTINO




De las cualidades de Dios, (Sólo las que se pueden atribuir a él y no a los hombres), la que tiene mayor importancia para los hombres es la inmutabilidad. O sea, Dios es como es y será como es: siempre igual.

Para los hombres la inmutabilidad de dios es un atributo que se ha analizado poco, siempre se proclaman otras  de sus características, pero, no esta.  Y es que esta cualidad es la que tiene mayor importancia para nuestra relación con dios. Ya que todas las oraciones, todas  las penitencias, ruegos y plegarias hechas por los hombres y elevadas a Dios tienen solo un objetivo: cambiar su voluntad para que de alguna u otra forma el destino juegue a nuestro favor y nos proteja de los cambiantes avatares de la vida, o nos libere de la prisión de nuestras circunstancias.

Pero, si dios en inmutable, entonces, todas nuestras oraciones no tienen sentidos, ya que no cambiaran la voluntad de dios. Porque esta es inmutable, por lo tanto nunca cambiará.
La inmutabilidad de Dios tiene el mismo efecto de un Dios neutro, omnipresente, pero de efecto neutro. Dios no tomara partido para modificar nuestro presente ni nuestro futuro, ya que esto indicaría que dios es un dios cambiante.

Imaginemos que hay un problema con el clima, los agricultores quieren que llueva, pero, los que tiene un concierto al aire libre quieren que la noche sea clara y cálida, ¿A quien protege Dios?
O cuando un zorro persigue a un conejo ¿por quien toma partido Dios? ¿Por el conejo que quiere vivir o por el zorro que para vivir necesita matar al  conejo?

Esta neutralidad de dios  es la que nos afecta, y nos aterra, tiene una consecuencia dolorosa: nos deja sin esperanza, ya abandonados a los avatares del destino, eternamente condenados a  acatar sus designios, o rebelarnos, en una rebelión inútil. Porque al final, todas nuestras luchas y esfuerzos se estrellan con  o son parte de nuestro hado.

Si asumimos que dios no intervendrá para romper los barrotes   de  las  circunstancias  que nos apresan; no soltará el anillo  de la realidad que nos estrecha, entonces estamos solos, abandonados en esta aridez, perdidos en la noche, ateridos frente a nuestro sino. Puede que dios haya trazado nuestro destino y este sea inmutable, porque dios no lo cambiará. En tal caso, cabe esperar que dios haya sido benigno y nos haya trazado un destino llevadero o  en lo posible feliz. De lo contrario estaremos en las manos del destino, este soberano implacable que rige la vida de  los hombres, ya eternamente abandonados a sus caprichos.

Y si nos rebelamos, y queremos ser dueños de nuestro destino y queramos que este  dependa de lo que hagamos o dejemos de hacer, entonces tendremos solo la ilusión de libertad y libre albedrio, por que al final, ya lo dijimos, lo que hagamos  o dejemos de hacer no es más que parte de lo que debió ser y el destino hará un burla cruel, una mofa despiadada de todo nuestros esfuerzos. Por lo que al final el destino se impone a nuestra voluntad.

Si asumimos que nuestro destino no depende de la voluntad de dios, ni de lo que hagamos, sino que de esa fuerza misteriosa que es el destino, entonces podemos pensar que nuestra vida no es de nuestra responsabilidad, sino que o estaba trazada o esta siendo moldada día a día por el destino. En tal caso.  No seremos responsables de lo que hagamos o dejemos de hacer...  o de lo contrario....... en fin, otro dia, cuando ya esté en paz con Dios, retomaré el tema y quizá tenga otra perspectiva.

















 

lunes, julio 30, 2012

El negocio de Enersis



Endesa España, necesita dinero fresco para pagar las deudas de su controladora Enel. Endeudada hasta el cogote. Y que mejor que obligar a los cotizantes chilenos que le aporten el dinero faltante, sin pagar un peso. Para ello hace un aumento de capital en Enersis, donde ella es la controladora principal y  el aporte consiste en activos  que  Endesa  posee en Latinoamérica, todos estos activos sobrevalorados, el dinero fresco lo ponen los accionistas minoritarios, o sea, las AFP.

 El negocio es por partida doble, porque  los activos de Endesa  son traspasados a Enersis.  Donde Endesa es el propietario o sea, saca el dinero de un bolsillo y lo pone en el otro, pero, aquí el verdadero negocio, los minoritarios tiene que poner plata fresca contante y sonante,

¿Que consigue Endesa con esto?
1 consigue plata fresca sin pagar intereses. Y pagar sus deudas. Ya que no tienen nuevos proyectos en chile o en latinoamerica. Donde invertir lo recaudado por el aumento de capital.
2 Aumenta su capital en Enresis sin perder el control sobre los activos que mantiene en  el  resto de Latinoamérica. Y
3 Los activos que valen 1 peso los vende a 2.
4 Si los minoritarios no compran y se retiran se quedan con Enersis sin mover un dedo, ya que su participación aumenta automáticamente.
¿Qué tal?  ¡Negocio redondo¡
 Quien pierde.

Las AFP que ahora no pueden vender porque la Acción de Endesa vale Hongo.
Por lo que si venden sus acciones y se retiran pierden plata, si se quedan, compran chatarra a precio de auto nuevo.

Lo peor es que la plata no es de las AFP sino de los Trabajadores chilenos, los que tendrán una perdida  que dejará pálida a la perdida de la polar.
Resumen.

Ya no conformes con lo que le hicieron a los trabajadores españoles estos ladrones quieren hacerlo en chile
 Si lo hacen es hora de nacionalizar Endesa al igual que se hizo con Repsol en argentina.( Allá lo nacionalizaron por mucho menos). No se puede permitir tamaño robo. ¿Donde están los que protestan por todo, rompen semáforos, lloran por los indígenas?.¿  porque no salen a la cale a evitar este asalto?

Si su AFP es de las que tiene Acciones de Endesa, cámbiese ahora, ya que lo lamentara después. Es seguro que estas AFP van A perder plata, ya lo están  haciendo ahora.

jueves, marzo 22, 2012

Cuando una relación termina


 


Epígrafe:
"Toda forma compartida es una arquitectura frágil. Y cuando se rompe, nos revela lo que sostenía en silencio."

Hoy, alguien me dijo:
“No va más. Debo seguir mi camino, el que no es el mismo tuyo. Debo ser yo mismo, alejado de ti.”

Mientras me lo decía, una leve e incómoda sensación me recorrió. Pensé: todo lo que se inicia tiene un final. Es inevitable. Nada es para siempre. Ni la hierba es perenne. Nada es cierto. Todo acaba. Todo lo borra el tiempo. Al final, el maldito nos borrará a todos.

La fragilidad del vínculo

En las relaciones personales, nada es eterno: ni la amistad, ni el amor, ni el odio, ni la indiferencia. Todo tiene un final.

Lo triste es esa sensación de abandono o inutilidad que nos embarga cuando alguien se va. Quedamos como alguien en la estación, solo, con la mano levantada en el adiós y el alma angustiada.

Es una sensación que nos revela lo incapaces que somos para retener algunas cosas. O quizá, simplemente, que las cosas son como deben ser.

La arquitectura invisible del acompañamiento

Cada alejamiento nos hace sentirnos un poquito desgraciados, un poco más solos. Nos falta ese imaginario sustento que daba quien se va.

Porque en todas las relaciones humanas —ya sean de amistad, de amor o de negocios— el hecho de tener a alguien junto a ti te hace sentir más seguro, más acompañado.

Por un tiempo, es bueno transitar el mismo camino con alguien que quiere o está obligado a compartirlo contigo.

Conveniencia, no amor

Las relaciones entre las personas son complejas. Nada es fácil. ¿Qué hace a uno estar al lado de otro?

Es nuestra necesidad de complementación. Es el hecho de sentir que esa otra persona tiene lo que a ti te falta, y quieres que lo comparta contigo.

Al final, no es amor ni amistad lo que mantiene a dos personas juntas, sino la conveniencia. Y cuando ya no es conveniente, cuando la relación ya no aporta lo que buscas, cuando el otro ya no te entrega lo que quieres —porque ya lo tienes en otro lugar, o crees tenerlo, o esperas encontrarlo— entonces ha llegado la hora de apartarse, de romper los lazos y seguir tu propio camino.

El hilo invisible del otro

Pero como la relación es entre dos, no solemos considerar los intereses del otro.

Quizá quien se queda ha tejido ilusiones con la lana invisible del vínculo. Y no sabemos qué sentirá al ver que esas ilusiones se deshilvanan al romperse el hilo de unión.

Eso es lo triste de las separaciones: el no saber. Nunca sabremos qué siente el otro.

La ética del desprendimiento

Cuando las cosas están por terminar, tienes la opción de hacer una oferta para que quien se va se quede.

Pero si esa oferta no dejará satisfecho a quien se retira, entonces hay que dejarlo ir.

Porque si realmente te interesa quien se va, si realmente quieres que sea feliz, y tú ya no puedes dar esa felicidad, no puedes ser egoísta. Debes dejarlo ir, para que en otro lado encuentre aquello que ya no puedes dar.

La estación, la soledad, el abrigo invisible

Al final, aunque somos los que levantamos la mano en el adiós y nos quedamos solos en la estación, aunque nos sintamos más pequeños, más inútiles, más abandonados, debemos darnos valor.

Pensar que alguien no nos abandona. Que alguien —o algo— nos abriga con las alas invisibles de su esperanza.

El verdadero abandono sería sentir que ya no se tiene ese abrigo.

En este andar a ciegas por nuestro destino, venimos solos al mundo y nos iremos solos. Y aunque a veces caminemos acompañados, la soledad será siempre nuestra compañera callada, silenciosa, presente.