miércoles, julio 23, 2008

Un Crimen Pasional

El rostro de ella, contraído por la ira, empapado en lágrimas, pálido como un papel, pareció recuperarse, le miró fijamente, y sin piedad le espetó:

-Sí, te he sido infiel-

El, sintió como si un mazo le hubiera golpeado el cráneo, un frió hierro hirió su estómago, y la pena, como una caldera hirviente, subió por sus entrañas. Pálido, desencajado, mareado por la emoción, retrocedió un paso, se contuvo, y no queriendo parecer débil, levantó su cabeza.

Sus ojos se encontraron con los de su mujer, eso ojos que un día le miraron con amor, y en los cuales se reflejó, con los que soñó, esos ojos adorados, ahora le parecieron dos brasas encendidas que le miraban con furia.

Ella, al verlo tan abatido, sintió que todo la admiración que alguna vez sintió por él había terminado, y esto aumentó su indignación hasta el punto de menospreciarlo. Envalentonada, tomó a su marido de la solapa y le zamarreó. El, anonadado, sin defenderse, tratando de explicarse lo que pasaba, solo atinó a retroceder.

-Si, te he sido infiel y la que llamas tu hija no es tuya.- Le gritó ella.

Atontado, sin comprender bien lo que escuchaba, el frío e hiriente tono de las palabras de ella, despertaron en su interior una fuerte rabia, y esta creció, hasta que, descontrolado, sus poderosas manos aferraron el cuello de ella, y apretó y apretó. Ella, al principio se defendió con golpes de puño y arañazo en el rostro de él, los que no hicieron mas que aumentar la ira de este, pero, las manos, poderosas manos de obrero, como tenazas, fueron ahogándole, quitándole el aire hasta que su respiración ya no fue mas que un estertor; el rostro de ella cambio de expresión, se puso morado, y de pronto, dejo de moverse.

Cuando por fin él despertó de su locura, y soltó el cuerpo exánime, y toda la enorme emoción se replegó como se repliegan las aguas de un rio desbordado y lentamente su espíritu se fue serenando, atónito, comprendió la magnitud de su demencia.

Retrocedió hasta caer sentado en una silla que había en la cocina donde se encontraba, y como azotado por un huracán, todo su espíritu se conmovió al vislumbrar su futuro sin futuro y ya eternamente sin ella. Asombrado y desolado, un profundo sollozo brotó de su garganta y el llanto emergió incontenible, largo rato estuvo así. Hasta que ya sin lagrimas y sin odio, sentado, inmóvil, como un muerto en vida decidió esperar a que vinieran por el.

Cuando llegué, ya lo habían esposado y sin miramientos, los oficiales de la policía lo conducían al furgón.

Yo intercambié una palabras con los que, curiosos, habían concurrido hasta el lugar, y me fui enterando de las causas de tal brutal tragedia, después de que hubieron levantado el cuerpo, y ya se hubieron retirado todos, me quede pensando y me dije que resulta peligroso querer a alguien, más aun, si ese alguien no te quiere y tu amas demasiado.