sábado, abril 05, 2008

Acerca de la soledad


De pronto, una charla, una palabras al pasar y me queda dando vueltas una pregunta y me interrogo ¿dónde está el límite entre la soledad y la desolación? Al parecer, esta pregunta no me la hago solo yo, sino que muchas personas se la hacen y, lo extraño es concluir que existen muchas que razonan de forma similar.


Existe gente a las que les gusta la soledad en tanto esta les permite encontrase consigo mismas. Otras, atareadas y presionadas por los demás, claman por un momento de soledad. O como lo leí en un blog: de privacidad.


Sin embargo, existen personas gregarias que no soportan el hecho de estar solas; no requieren de un rincón para sí mismas ya que el contacto con otros individuos las vitaliza y ese roce constante le da un sentido a su vida. y hay otras que no requieren encontrase consigo mismas ya sea por temor a conocerse o porque se conocen tan bien que no requieren examinarse en soledad.


Sea como sea, el ser humano vive en tribus y sin lugar a dudas, el estar solo hasta el punto de aislarse de los demás no es bueno para el aislado y para el grupo que le rodea; incluso el cenobita no logra separase completamente del grupo; Por lo tanto, los individuos están condenados a vivir en sociedad.


Tengo la impresión, equivocada o no, de que las mujeres tienen mayor tendencia a sentirse solas y al hablar con ellas deduzco que ven la soledad como desamparo, sin el apoyo del grupo, y lo más extraño, es que basta el sentirse abandonada por una persona para que sientan esta orfandad.


El sentirse abandonado por cualquiera, sobre todo si ese alguien es una persona por el cual se siente afecto, trae consigo el sentimiento de pérdida, y una caída en el desamparo y el individuo se siente (como alguien me dijo) en “soledad desolada”.


A este respecto creo que la mayor de las soledades es cuando uno se abandona a si mismo y se entrega a la deriva de fuerzas que no comprende y ya no es capaz de lidiar con su destino, de ahí que la soledad no es el hecho de ser abandonado por los demás, sino el hecho subjetivo de no tener un asidero a que echar mano en el confuso devenir de los tiempos. Así, el individuo desolado es aquel que se ha perdido a si mismo en el sentido de que es incapaz de encontrar una tabla de salvación ya sea en si mismo o externa, en cambio el hombre solo, es aquel que consiente de su soledad, es capaz de surfear en las olas del cambiante mar de su destino. Es aquel que se sabe capitán de su barca y aunque no tenga claro su destino se aferra a ella y sabe que esta resistirá los golpes de las olas.

1 comentario:

  1. Me gusto michisimo éste tema, sin duda la soledad es una buena amiga,la única que puede sacarnos de los suburbios emocionales y de hacernes enfrentar la vida con más valor, aún que a veces puede ser una enemiga mortal....

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