De las cualidades de Dios, (Sólo las que se pueden atribuir a él y no a los
hombres), la que tiene mayor importancia para los hombres es la inmutabilidad.
O sea, Dios es como es y será como es: siempre igual.
Para los hombres la inmutabilidad de dios es un atributo que se ha analizado poco, siempre se
proclaman otras de sus características,
pero, no esta. Y es que esta cualidad es
la que tiene mayor importancia para nuestra relación con dios. Ya que todas las
oraciones, todas las penitencias, ruegos
y plegarias hechas por los hombres y elevadas a Dios tienen solo un objetivo:
cambiar su voluntad para que de alguna u otra forma el destino juegue a nuestro
favor y nos proteja de los cambiantes avatares de la vida, o nos libere de la prisión
de nuestras circunstancias.
Pero, si dios en inmutable, entonces, todas nuestras oraciones no tienen
sentidos, ya que no cambiaran la voluntad de dios. Porque esta es inmutable,
por lo tanto nunca cambiará.
La inmutabilidad de Dios tiene el mismo efecto de un Dios neutro, omnipresente,
pero de efecto neutro. Dios no tomara partido para modificar nuestro presente
ni nuestro futuro, ya que esto indicaría que dios es un dios cambiante.
Imaginemos que hay un problema con el clima, los agricultores quieren que
llueva, pero, los que tiene un concierto al aire libre quieren que la noche sea
clara y cálida, ¿A quien protege Dios?
O cuando un zorro persigue a un conejo ¿por quien toma partido Dios? ¿Por
el conejo que quiere vivir o por el zorro que para vivir necesita matar al conejo?
Esta neutralidad de dios es la que
nos afecta, y nos aterra, tiene una consecuencia dolorosa: nos deja sin
esperanza, ya abandonados a los avatares del destino, eternamente condenados
a acatar sus designios, o rebelarnos, en
una rebelión inútil. Porque al final, todas nuestras luchas y esfuerzos se
estrellan con o son parte de nuestro hado.
Si asumimos que dios no intervendrá para romper los barrotes de las
circunstancias que nos apresan; no soltará el anillo de la realidad que nos estrecha, entonces estamos
solos, abandonados en esta aridez, perdidos en la noche, ateridos frente a nuestro
sino. Puede que dios haya trazado nuestro destino y este sea inmutable, porque
dios no lo cambiará. En tal caso, cabe esperar que dios haya sido benigno y nos
haya trazado un destino llevadero o en
lo posible feliz. De lo contrario estaremos en las manos del destino, este soberano
implacable que rige la vida de los
hombres, ya eternamente abandonados a sus caprichos.
Y si nos rebelamos, y queremos ser dueños de nuestro destino y queramos que
este dependa de lo que hagamos o dejemos
de hacer, entonces tendremos solo la ilusión de libertad y libre albedrio, por
que al final, ya lo dijimos, lo que hagamos o dejemos de hacer no es más que parte de lo
que debió ser y el destino hará un burla cruel, una mofa despiadada de todo
nuestros esfuerzos. Por lo que al final el destino se impone a nuestra
voluntad.
Si asumimos que nuestro destino no depende de la voluntad de dios, ni de lo
que hagamos, sino que de esa fuerza misteriosa que es el destino, entonces
podemos pensar que nuestra vida no es de nuestra responsabilidad, sino que o
estaba trazada o esta siendo moldada día a día por el destino. En tal
caso. No seremos responsables de lo que
hagamos o dejemos de hacer... o de lo contrario....... en fin, otro dia, cuando ya esté en paz con Dios, retomaré el tema y quizá tenga otra perspectiva.
estoy sintiendo lo mismo que usted.Hay un destino en mi vida y por mas que luche no puedo cambiarlo.Es triste saberlo
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