sábado, mayo 23, 2009

Pasajeros: Al tren


A veces, afortunadamente no muy frecuentemente, me siento deprimido, y una leve depresión me asalta, a la sazón, me torno nostálgico. Y más emotivo que otros días. Por algún motivo, hoy es uno de esos, y no sé por qué razón me acuerdo de mis 17 años. Al final de los años 60 e inicio de los 70. Años convulsionados, en que chile se partió en tres. (Contrario a la idea general, aunque políticamente el mundo se dividió en dos, en chile existían y existen tres corrientes políticas) Fueron para mí, esos años, una época de viajes, muchas veces viajé a Puerto Mont y Santiago. Siempre en Tren.


En esos tiempos, el tren era la forma de movilizarse dominante. Recuerdo que en mi niñez, nuestra entretención, en mi pequeño pueblo del sur, era ir a ver pasar el tren en la tarde: Era hermoso ver pasar el Flecha, o El expreso a Puerto Mont, y El Valdiviano (ese pasaba más temprano).


A mí no me fascinaba viajar, y aun no me atrae, prefiero la comodidad de mi casa a la aventura afuera de ella. Pero, como decía, en esos años viajé frecuentemente, por motivos de trabajo, (ya a los 14 años acompañaba a mi padre a sus faenas) por lo que el tramo Rancagua-Victoria o Chillan- Victoria lo conocí muy bien, recuerdo al conductor decir, “próximas estaciones, Lolenco, Mininco, las viñas, Renaico… boletos por favor”.


Y el tramo Victoria- Osorno, o, Victoria- Puerto Montt. Recuerdo haber estado varias veces parado en Antilhue viendo hacer transbordo a Valdivia.


Eso fue a finales del 60, esa época fue gloriosa para el Tren, era cómodo, rápido para su época, aunque a mí, viajar en tren, me parecía viajar en una tortuga.


En los años 70 viajar en tren fue caótico, el tren viajaba repleto, los viajeros copaban las pisaderas. Y hasta en las escaleras de subida viajaba gente. Recuerdo haber hecho el tramo Rancagua- Curicó, colgando en la escala, y casi muero de frio.


En esos tiempos, cuando las cosas comenzaban a escasear, y se originó el gran desabastecimiento (70-71) y se inició el Mercado Negro se produjo un enorme trafico de mercaderías en tren; los pasajeros portaban enormes maletas, las que claramente indicaban que no contenían las vituallas normales de un viajero, estas maletas copaban los maleteros, y las que no cabían en ellos se acomodaban en los pasillos y bajos los asientos.

Al igual que ocurre ahora con el Transantiago, muchos vivarachos viajaban sin pagar. Ya que en algunos tramos era imposible que el conductor pudiera ingresar a los carros, dado que estos iban repletos.

Yo, que siempre he sido aficionado a leer, esa situación me recordaba a las rnovelas rusas, de la época de la revolución. Y claramente me imaginaba que la revolución producía y sal mismo tiempo, se oponía a eso, y que se luchaba contra el hacinamiento, los empujones, la tristeza el frio y el desaliento.


En esa época, yo leía a los escritores, que la editorial Quimantú puso a disposición del público en edición de bolsillo y a un muy bajo precio, con el evidente propósito de apologizar el socialismo. (En ese tiempo, todos los jóvenes éramos políticos y muy pocos no tomaron partido) por lo que, la culpa de ese hacinamiento se la achaque al capitalismo y solo deseaba que las cosas cambiaran.


Después, por allá en el 73, vino una anarquía, nada funcionaba, todo se desordenó y un viaje en tren que duraba 9 horas y se realizaba con puntualidad inglesa, ahora se hacía en 20 o más. Los trenes nunca eran puntuales (Fiel reflejo del carácter chileno) por lo que la paciencia del viajero se ponía a prueba en estoicas e interminables esperas.


Algún día, tocaré el tema del abandono lamentable de nuestros trenes y cómo fue que en estos treinta años; aquella vía que fue la columna vertebral del país, se encuentra abandonada y en estado deplorable. Y para nosotros los nostálgicos esto es triste, ya que la conocimos y la recorrimos en sus tiempos de gloria.


De esa época es la historia que les dejo, ojalá les guste, son recuerdos adornados con ciertas licencias que se permiten los narradores.

1 comentario:

  1. Buen recuerdo amigo... Eso hace la nostalgia y los vacíos pasajes que se van acumulando en el alma, ya me imagino lo que pasaba por tu mente en esos momentos. Los nostálgicos como nosotros tendemos viajar mucho al pasado es parte muy importante de nuestro presente, sin caer en la monotonía ni en lo morboso de los pasaje obscuros. Como siempre te vuelvo a decir escribes muy bien, me agrada tu forma en que llevas el lápiz y conduces tu alma.
    Un abrazo.

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