martes, mayo 22, 2007

Morir de amor

Ella lo amaba; él a ella también. Ella deseaba que él solo se fijase en ella; él solo tenía

Ojos para ella. Ella se sentía morir por el; él daba la vida por ella.

El y ella se habían conocido un día de mayo en que las lluvias eran suaves y desde ese día, como los rieles del tren, sus vidas comenzaron a correr por la misma vía. El junto a ella sin separase jamás, pero, sin unirse nunca.

Ella quería que esa distancia se hiciera mas corta, ella quería ser una con él.

Ella sentía que existía una distancia

Ella lo amaba, pero, nunca creyó en el. Ella pensaba que el no la amaba. Ella pensaba que el se iría. Ella pensaba que en algún lugar sus vidas se separarían. El no pensaba alejarse. El quería quedarse. El sentía que no le creían, el la amaba más para que le creyera.

Ella quería que el sólo la amase a ella. El sólo podía amarla. Ella pensó que eso no era suficiente y quería aun más. Ella lo amaba inmensamente. El la amaba intensamente.

Y ella dijo: Quiero que él me ame con toda su alma y daría la vida por ello.

El hado, que escuchaba escondido tras un seto, decidió hacer cierto su deseo.

El la amaba más y en la piel de ella, en su blanca tez, apareció un pliegue.

El la amaba más y ella aun creía que era poco.

El la amaba más y el notó en el pelo de ella una blanca mancha.

A medida que el más la amaba ella más envejecía.

El sintió una infinita pena al ver que ella moría. Y en ese momento la amó aun más.

Ella comenzó a morir. Y al morir no se sintió amada.

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