sábado, junio 28, 2008

A ella le gustaba el mar


En una noche de soledad. Cuando el cansancio de vivir lo lleva a uno a deambular ya no por las calles de la ciudad sino en la maraña de vías que tiene el mundo virtual. Ese mundo paralelo al físico. Mundo de sueños. De seres errantes, tan solos como uno, me encontré con ella en una de las tantas salas de charla que pueblan este mundo fantástico.

¿Como era? Atractiva, dijo ella, tal vez tierna, con una tristeza en el alma. Con el peso del fracaso sobre los hombros, pero, aun así con ilusiones. Tenia los años que hacen que la vida se mire volteando la cabeza, cuando se empieza ya a vivir de recuerdos y se deja atrás aquello que ya no volverá jamás. ¿Como era? La verdad, es que nunca lo sabré. Ella es lo que yo quiero que sea. Ojos de melancolía color café, quizás la noche de su pelo refleje el sol en el día ¿Cómo se verá el sol filtrado por tu pelo? Le pregunté. No es una pregunta lógica, pero, en el espacio infinito de la Red, la lógica no es cuestión que importe.

Y hablamos, de banalidades que se dicen en la red, ella recatada o sin saber que decir, yo desbocado y parlanchín. Y habló, de lo que hablan las mujeres, música, películas, nada muy profundo.

A ella le gustaba el mar. Le gustaba Caminar por la arena, sintiendo la caricia del viento en su cara, el sonido de las olas al morir en la orilla de la playa, mirar el cielo o la eterna gaviota solitaria, mirar la línea donde chocan el mar y el cielo y se funden en un abrazo titánico. La inmensa mole de agua era para ella como un compañero. Su sueño era ser amada, y caminar con su amante por la orilla, tomada de la mano, sentir la arena bajos sus pies…

¿Donde han quedado tus ilusiones?—le pregunté.

Las llevo conmigo—me respondió. Para mí, que ya las he perdido hace años, esto me pareció muy extraño.

¿Has sido infiel?-- me preguntó

No, solo a mi mismo-- le conteste y le fui sincero,

Y ahí me detuve. Pensé en lo que hacia y por primera vez vi la magnitud de mi pecado. No estaba siendo fiel a mi mismo y a los que quiero, y esa es la mayor de las infidelidades.

¿Por qué conversé con ella? Creo que por el hecho de que hay alguien que me cuenta sus cosas o porque a mi me gusta escuchar, tal vez, pero, es mas probable que sea porque quiero hablar de mí.

Me dio su e-mail, no lo anoté. ¿Para qué? Si cuando acabe la noche, cuando haya dormido, cuando se haya ido el cansancio, cuando llegue el día, cuando la oscuridad se retire, y llegue la luz, se habrá ido esta soledad, y volveré a ver el rostro triste y siempre preocupado de mi mujer.

Cuando me despedí, le dije-- Algún día me reflejaré en tus ojos o solamente viviré en tus sueños.

¿Por qué Lo dije? Noches de cansancio, soledad y locuras, que lo llevan a uno a decir a una extraña cosas que debiera decir a quien está a su lado.

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